Josep M. Colomer indicaba en su libro España: la historia de una frustración, hasta la fecha de su publicación en 2018, que en los más de 40 años de democracia, España era el único país de Europa, donde nunca había existido un Gobierno de coalición estatal, siempre de un único partido. Dos de UCD; siete del PSOE; y cuatro del PP. El promedio de apoyo electoral, del 40%. No de escaños. Han sido gobiernos excluyentes, ya que una minoría de votantes es la que gana. Estos gobiernos minoritarios son producto de unas reglas institucionales: del sistema electoral, que ha favorecido a los dos partidos más votados, y los requisitos para nombrar o destituir al presidente del Gobierno, ya que su elección si no llega por mayoría absoluta, se puede por una relativa en segunda vuelta. De ahí, gobiernos minoritarios, que se mantienen siempre que los partidos de la oposición no acuerden una moción de censura. Colomer preconizaba cambios en las reglas institucionales antes citadas y así posibilitar gobiernos de coalición, que rebajen la crispación política. El primero de coalición ha sido del PSOE-UP a partir de enero de 2020.

Cooperación multipartidista

En su libro de mayo de 2021 'Democracia y globalización. Ira, miedo y esperanza', Josep M. Colomer junto con Ashley L. Beale en el capítulo 'Las democracias nacionales necesitan cooperación multipartidista', añaden nuevas reflexiones sobre los gobiernos de coalición, en este caso multipartidistas. Y lo explican con un gran acopio documental, no en vano, ambos son politólogos de gran prestigio. Señalan los diez países mejor gobernados, con una mejor democracia según determinados Indicadores de Gobernanza del Banco Mundial. Sobre la base de treinta fuentes de datos, el Banco evalúa seis dimensiones de gobernanza. Este término merece un artículo aparte. Tres de ellas son claves para la definición de democracia: voz y responsabilidad, estabilidad política y ausencia de violencia, y vigencia del derecho. Las otras tres coinciden mucho con las fuentes del apoyo popular básicas para el funcionamiento de la democracia: eficacia del gobierno, calidad regulatoria y control de la corrupción.

Esos diez países son: Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia, Alemania, Holanda, Suiza, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Ocho de los diez (salvo Canadá y Australia) tienen reglas electorales de representación proporcional y que producen una presencia multipartidista en su Parlamento. En sus campañas electorales, cada partido muestra su agenda de asuntos prioritarios y mantiene propuestas de políticas muy diferentes con el resto, lo que posibilita la introducción de políticas innovadoras. Tras las elecciones forman gobiernos de coalición multipartidista. Los partidos tienden a preferir socios de coalición con propuestas relativamente cercanas, más que aquellos con propuestas muy distantes. Los partidos centristas están en una situación privilegiada para entrar en la coalición. Sobre temas importantes, como política macroeconómica, interior y política exterior, los partidos tienden a ponerse de acuerdo desde unas posturas moderadas. En otros temas, cada uno de los socios de la coalición son más libres para introducir sus políticas favoritas. Suele haber elementos de continuidad política a medio y largo plazo, incluso si cambia la composición de partidos en los sucesivos gobiernos. La continuidad y una relativa estabilidad la proporcionan los partidos liberales y centristas en los países en los que los conservadores o demócrata-cristianos, y los socialdemócratas o laboristas mantienen la balanza. La estabilidad política en nuestra democracia en España es más difícil por la existencia de partidos independentistas y por la ausencia de un partido de auténtico centro o liberal. Ni el CDS de Adolfo Suárez, ni el PRD de Roca, ni UPyD de Rosa Díez; ni tampoco Cs de Albert Rivera han llegado a cuajar y consolidarse políticamente.

Política incluyente

Tales gobiernos multipartidistas generan una representación política incluyente, una relativa estabilidad de las políticas públicas y una amplia satisfacción de la gente con los resultados del proceso político. Han estudiado la relación entre el número de partidos en el gobierno y el grado de inestabilidad política sistemáticamente con mediciones cuantitativas de las dos variables en 295 elecciones y los subsiguientes gobiernos en veinticuatro países democráticos desde la Segunda Guerra Mundial. Y hay una correlación inversa entre el número de partidos en el gobierno y grado de polarización de los partidos y la inestabilidad política. Cuanto mayor es el número de partidos en el gobierno, menos inestabilidad se observa.

En contraposición se producen grandes cambios de políticas públicas con gobiernos de un solo partido y alternancias frecuentes, como el Reino Unido, Grecia y España, donde la polarización partidista y la política de confrontación prevalecen. El caso de España es paradigmático. Sin embargo, en países con gobiernos de coalición multipartidista, se construyen amplios consensos políticos.

Según los autores, una serie de gobiernos de coalición de dos partidos puede reducir la inestabilidad de las políticas a la mitad de la inestabilidad con alternancias de gobiernos de un solo partido. Tres, cuatro o más partidos en el gobierno, a un tercio. Aunque no estatal, el gobierno cuatripartito de Lambán en Aragón podría confirmar lo expuesto sobre la estabilidad.