Es una pena que en política se gestione durante dos años pensando en las elecciones. Pero es así. Y la mayoría de partidos y políticos lo hacen. Bien trabajando desde el Gobierno, bien controlándolo desde la oposición. Solo así se entiende que, a dos años vista de las próximas elecciones municipales, autonómicas y generales –coinciden todas, teóricamente, en el año 2023– se esté abonando el terreno para que unos y otros se presenten ante el electorado con buenas bazas. Por algo decía más de un político antes del pasado verano que lo que no se hubiera hecho hasta entonces, sería tema pendiente porque hasta final de este año están los congresos y pugnas orgánicas (esas que vivimos este fin de semana con el PSOE y luego con su congreso regional, así como los cónclaves del PP aragonés y el PAR) y el 2022 es año preelectoral. Quizás por eso se divisa en Aragón un cambio de rumbo y aquellos grandes acuerdos que firmaron casi todos –Vox fue el único en quedarse al margen– al amparo de la crisis generada por la pandemia no se van a volver a repetir. O al menos es lo que han dicho los dos únicos partidos de la oposición actual: PP e IU.

Fin del consenso

De esta manera se puede dar por terminado el gran consenso que se ha vivido en la comunidad durante los últimos y largos meses. El líder popular, Luis María Beamonte, le dijo al presidente Lambán que a partir de ahora va a hacer oposición porque el Gobierno está «desnortado». El diputado de IU, Álvaro Sanz, también le dijo que no pensaba firmar más acuerdos porque lo primero que tiene que hacer el cuatripartito es cumplir los que ya existen en la actualidad. El socialista lo que pretendía era volver a juntar a todos los partidos en torno al Gobierno (que ya son cuatro) para volver a tener una foto de grupo el año que viene, justo el de las elecciones. Esa imagen le serviría, de cara a los ciudadanos, para conseguir arañar más votos porque la imagen que se lanza ante los aragoneses es que en momentos complicados, con los fondos que lleguen de Europa para poder recuperar el territorio de la crisis económica provocada por el covid, el presidente es capaz de aglutinar a todos en torno a él. Y desde la oposición también se quiere utilizar el hecho de no dar una imagen de unidad con el Gobierno para decirle a la ciudadanía que el PSOE lo está haciendo tan mal que es imposible ponerse de acuerdo para dar solución a los problemas de los aragoneses.

A partir de ahí entran los juegos políticos, y el presidente admite que el líder de la oposición está poco receptivo para alcanzar nuevos acuerdos en la estrategia por la Recuperación Social y Económica y le lanza un dardo: «No es incompatible hacer grandes acuerdos a favor de Aragón con intentar ganar las elecciones». Cierto, pero probablemente su estrategia sería la misma si estuviera al otro lado del Gobierno. «Hacer pactos puede favorecer a todos los partidos», dice Lambán. Pero los socialistas aragoneses no han querido saber nada, por ejemplo, de Teruel Existe en todo el tiempo que lleva este colectivo en la política y tampoco lo hará a partir de ahora porque, además, el PSOE turolense está muy preocupado por el hecho de que se quiera presentar a las próximas elecciones municipales y autonómicas.

Pero aún hay más. No hace muchos meses, desde Podemos Aragón se dijo que se iba a pisar el acelerador para gestionar con una visión más izquierdista y tener una mirada más progresista. Y lo dijeron en una rueda de prensa los miembros de un partido que forma parte del Ejecutivo de Lambán. Es otra forma distinta pero similar a la de PP e IU de decirle al PSOE que hay que marcar diferencias, aunque estemos juntos en el Pignatelli, porque vienen las elecciones y los votantes tienen que ver que somos distintos aunque nos haya ido bien juntos. De los otros dos socios, CHA y PAR, ya veremos estrategias similares en los próximos meses, y sobre todo en el partido de Aliaga, según como quede definitivamente la formación tras el inminente congreso.

Pacto estratégico de restauración

En ese pacto estratégico de restauración están también sindicatos y empresarios haciendo piña. El presidente Lambán querrá seguir aglutinándolos, pero habrá que ver la postura, sobre todo, de CEOE Aragón con Ricardo Mur, flamante Medalla de Oro de Zaragoza, a la cabeza. (Es de suponer que UGT y CCOO estarán más por la labor). A la hora de plantear unos acuerdos de avances, todos tendrían que estar haciendo piña, al margen de ideologías y en favor de Aragón, pero la clase empresarial tendrá que decidir si está con Lambán y el cuatripartito o está con Beamonte , el PP y Vox. Hay voces empresariales que ya han expresado en privado que tanta piña entre el Gobierno aragonés y la patronal es excesiva y que serían momentos de no estar tan juntos. Igual que ocurre a nivel nacional con Antonio Garamendi y el Ejecutivo de Sánchez y Unidas Podemos. Es otra estrategia, aunque en algunos círculos también está considerada electoral.

En cualquier caso, no es bueno para las sociedades que los mandatos dependan tanto de las convocatorias electorales y que los políticos y los partidos estén tan condicionados. Son necesarias visiones más amplias y años mucho más largos.