Un arsenal de datos y estadísticas de todas las instituciones vienen diciendo que alquilar una vivienda es una odisea en España. En la mayoría de las grandes ciudades (también Zaragoza), ni haciendo un sobreesfuerzo pueden los jóvenes pagar un alquiler. Resolver y facilitar el acceso a una vivienda, es crucial para la emancipación de ese 55% de jóvenes que no pueden hacerlo a pesar de tener un puesto de trabajo.

El proyecto de la ley de vivienda anunciado por el Gobierno conjuga medidas populares, como el abono para el alquiler, con incentivos para sacar al mercado viviendas vacías, o aumentar el parque de vivienda social. Son medidas que, a expensas de ver el texto, parecen prudentes y ajustadas. Como la tramitación parlamentaria y los acuerdos con CCAA y ayuntamientos darán cincuenta vueltas al texto presentado, esperar el texto de Ley será lo más aconsejable para que los interesados comprueben sus beneficios o perjuicios.

Principio democrático infalible

La reacción de Pablo Casado ha sido negar la mayor: «Si tienes un trabajo y una nómina, puedes acceder a un alquiler», para luego anunciar que recurrirá la Ley al Tribunal Constitucional. Sin conocer el proyecto y sin saber cómo queda la futura Ley. Lo importante es ponerse el primero en la cola del Tribunal Constitucional, que no le quite el puesto Vox. Para ello utiliza el principio democrático infalible de que todo lo que venga del Gobierno es malo por naturaleza. Obsesionado por ir a la contra, niega validez a cualquier reforma planteada, sea la eutanasia, la educativa, la cuestión catalana, la vivienda, las políticas de género, las pensiones, el salario mínimo interprofesional... Como muy bien señalaba Postigo en la viñeta de este diario parece un 'killer' de la política.

Estamos en un momento en el que la derecha y la extrema derecha hacen del juzgado de guardia el modo natural de responder a las iniciativas del Gobierno. Buscan que los tribunales tumben lo que ellos no pueden conseguir con sus votos. Instrumentalizan la justicia y las complicidades que tienen con el gobierno de los jueces para sus intereses. Y en esta situación ¿qué queda del juego democrático?

En su obsesión por taponar y recuperar la hemorragia de votos hacía la extrema derecha, Pablo Casado da, cada día que pasa, más consistencia al discurso de la extrema. Les afianza, les arropa, les justifica y no les incorpora a su discurso, todo lo contrario, es él quien va asumiendo paso a paso parte de sus propuestas. Cuando pactan o negocian con ellos les legitiman, y si luego reculan o se autoenmiendan les regalan un nuevo espacio.

Desde 2018 busca las causas de la aparición de Vox en cuestiones ideológicas y estratégicas, todo por no querer aceptar que fue la corrupción de su partido lo que marcó el final del ciclo. Obviar las causas de corrupción pendientes, esperar a que el tiempo las tape, cuando quedan decenas de casos por alumbrar, ha sido un grave error que no podrá lavar con la turné por toda España de viejas glorias y conocidos corruptos.

Una derecha política liberal conservadora

Este país necesita una derecha política liberal conservadora, respetuosa de la Constitución y sus obligaciones para con ella, no revanchista, que asuma los avances sociales y las libertades, europeísta, y sobre todo, legitimadora del poder institucional tanto en el gobierno como en la oposición.

La relevancia de Vox, deviene en gran parte de sus excesos verbales, de la satanización del contrario, de la agresividad de su lenguaje, de la crítica desaforada de derechos y valores esenciales de la democracia. Cuando caemos en la trampa de amplificarlos, criticarlos, o incluso llevarlos a debate en las instituciones (caso del Parlamento catalán), consiguen su propósito. Se habla de ellos, no de sus soflamas.

Como decía Josep Ramoneda recientemente, la mejor forma de combatir a la extrema derecha es ignorarla, evitando el eco de sus actos, evidenciando sus barbaridades en el debate ideológico y democrático. Todo lo contrario de lo que hace el PP.