El ritmo es el baile de la vida. Nos quejamos de lo rápido que se mueve el mundo a nuestro alrededor, pero somos nosotros los que circulamos en el tren de la existencia. Entre lo cómodo que resulta que nos lleven y el esfuerzo que supone controlar la velocidad, preferimos lamentarnos de la aceleración que nos centrifuga. La cinética personal tiene mucho que ver con nuestra energía para afrontar tanta arritmia social.

En psicología sabemos que hay personas matutinas, que rinden más por las mañanas; vespertinas, que lo hacen al atardecer; e intermedias (que son la mayoría), que rinden igual de mal o bien en cualquier momento del día. Si hablamos de estado de ánimo, la luz es el ánimo de nuestro estado. ¡Que se lo digan a los nórdicos! Hoy nos quitan una hora de iluminación gratuita para que gastemos más de la artificial que tanto nos cuesta pagar. Pero no hay ahorro más importante que el de nuestra salud mental. El bono social intenta paliar el coste energético en hogares con dificultades. Pero lo que yo reclamo es la luz social que forma parte de nuestra cultura mediterránea.

El horario de verano ahorraría más costes, en antidepresivos, que el supuesto beneficio energético de levantarse amanecidos. El dictador Franco apagó la luz de la libertad desde que dio el golpe de estado. Puso a España cara al sol en su fascismo al uso y la metió en el huso horario alemán de su admirado Hitler. Y aquí seguimos con este atraco solar. El Trastorno Afectivo Estacional (TAE) no es una descripción poética que nos altera en primavera o nos enternece con la caída de las hojas en otoño. Es un problema psicopatológico que se diagnostica y trata. De forma resumida, es un tipo de depresión que se ve afectada por los cambios de luminosidad provocados por cada estación.

En su génesis hay factores hormonales que alteran y se alteran, con la conducta, en un bucle perturbador que mezcla causa y efecto. Aconsejaremos, como siempre, una adaptación paulatina a los nuevos tiempos de oscuridad. Algo absurdo, porque cambia la hora pero no el reloj. No tendremos una hora menos de trabajo, una hora más para encontrarlo o sesenta minutos añadidos de ocio o conciliación. Los relojeros son los dueños del cronómetro y nos obligan a aplicar los ajustes y pagar las pilas del reloj. Mañana es el día del año que más veces late nuestro corazón. Nos damos ánimos de autoayuda que solo sirven para estirar una hora más la noche de juerga o los ronquidos de jergón.

La actualidad es puro ritmo o no es actualidad. Lo demostró Orson Wells, tal día como hoy hace 83 años, al celebrar Halloween con la emisión radiofónica de una invasión alienígena, adaptando La guerra de los mundos (H.G. Wells, 1898).

Los norteamericanos habían aceptado como trato el truco del expansionismo nazi. Acabaron asumiendo la muerte como protagonista de la Segunda Guerra Mundial.

La política sufre los cambios de ritmo. Lo importante no es la velocidad sino la dirección. Derogar la reforma laboral compete a quienes compartimos esa necesidad. Si la satisfacción de la izquierda y los sindicatos es mayor que la unanimidad, me quedo con la felicidad de los débiles.

De la simbiosis entre Yolanda Díaz y Pedro Sánchez dependerá que la izquierda siga al frente del gobierno. Entre «halcones» internos y liebres conservadoras, hay interés en romper el ritmo de la competición y hasta anular la carrera. La Península Ibérica necesita unidad en la relajación progresista. O la izquierda lleva el paso o nos marcaran el paso. Los aliados del PP querrían desfilar a ritmo de oca. El PP de Casado ya es, tras su condena, la corrupción sin complejos.

En Aragón nos tranquilizan los buenos datos con la tasa más baja de desempleo del país. Las taquicardias vienen de un congrueso del PAR que tuvo más nervios fuera que dentro. En el Pignatelli respiran. Y los que amañaban una censura fuera del parlamento, transpiran. Ninguno de ellos estaba dentro del cónclave sino en las cocinas del poder. Veremos qué pasa en su Juicio final. La derecha maña está sin ritmo. Ciudadanos en descomposición y el PP busca su candidato perdido. Mientras, Teruel Existe se frota las manos. El último que pague la luz.

Los X-Men del Real Zaragoza podrían ser mañana un equipo récord, si sigue en su lecho de empates. Este Halloween los aficionados al terror futbolístico tenemos cita con el miedo esférico. Aunque aquí somos más del Tenorio: «No es cierto equipo de amor/que en esta apartada vereda/más triste está La Romareda/tan a falta de gol».