Hace una semana nos dejó Rodman, un conejito cabroncete que llegó a nuestra familia y se nos llevó al huerto en un abrir y cerrar de ojos. De pequeñito nos hacía perseguirlo por toda la casa con la amenaza de mordisquear alguna esquina. Ya de mayor correteaba cuando oía la puerta y adoptó el estilo de vida de sus abuelitos humanos para darles compañía y cariño en los tiempos duros de confinamiento sentándose a leer con su abuela y sobre el regazo del abuelo para reclamarle masajes en la panza y agradecérselos con pequeños lametazos. La comida era la hora del disfrute, cuando la explosión de carantoñas llegaba a su máxima expresión para ganarse algún trocito de verdura y las migajillas del pan. Yo nunca he sido una gran amante de los animales, pero siento la partida de Rodman con un vacío y tristeza difícil de explicar. La existencia de este miembro de la familia me ha hecho reflexionar sobre la importancia de la interacción entre los humanos y los «bichitos» y abstrayendo al máximo mi experiencia me atrevo a decir que son muchos los beneficios que genera la convivencia con ellos. Empezaré por afirmar tajantemente que convivir con una mascota calma la soledad y con ello el estrés, la ansiedad y hasta la depresión. ¿Y si recetamos más compañía animal y menos pastillas? Para todos los casos no será efectivo, pero para algunos estoy segura de que sí, sobre todo para nuestros mayores que encontrarían un amor incondicional en lametazos y arrumacos.

Convivir con un animalito también ata porque hay que darle de comer, ayudarle en las labores de limpieza, cuidarlos. Vamos, que a fin de cuentas nos hace desarrollar el sentido de la responsabilidad y hasta la empatía. Esto que puede ser muy positivo para adultos, imaginémonos lo que puede suponer para nuestros pequeños.

Mi vecina de abajo, entrada ya en años, sale a pasear con su perrita varias veces al día y para ello se tiene que vestir y arreglar. Si no fuera por esta obligación posiblemente pasaría días y días sin salir de casa enganchada a la tele. Es más que evidente que convivir con una mascota nos mantiene activos físicamente y hasta socialmente porque no son pocos los grupos que veo en el parque juntándose en la hora de los paseos.

Quienes tenéis o habéis tenido un animal en casa: ¿No habéis notado como fluía la comunicación entre vosotros? En mi familia decíamos que Rodman era como una persona y es que, aunque no hablaba, nos entendía e interactuábamos con él a través de la comunicación no verbal. ¡Lo que hemos desarrollado esa habilidad! Desde mi rincón hago un llamamiento para que se tenga muy en cuenta el papel que pueden jugar los animales en este nuevo modelo de sociedad en el que la interacción humana ha cambiado y que tengamos en cuenta que una sociedad amable con los animales es sin duda una sociedad mejor.