Este septiembre pasado fallecía Richard H. Kirk, miembro fundador del grupo Cabaret Voltaire, uno de los grupos, de inicios dadaístas, más productivos de los 70 y de los 80, cuyo sonido abarcó el electro, el acid house o el techno. En su día la noticia la relacioné con el Teatro El Bicho, de nuestra ciudad, nada comparable entre una y otra disciplina artística pero sí en cuanto a lo que destila la práctica, entre ambas, bastante asociada a un surrealismo muy personal, una loca vanguardia actualizada que, muchas veces, fluye por las esperpénticas realidades que nos rodean. El cartel de Se vende, se alquila volví a verlo cuando pasaba hace unos días por la antigua sede de la asociación cultural del Teatro. En 2018 las autoridades municipales clausuraron el local por cuestiones sobre la licencia para promover cualquier espectáculo con público. A partir de ese momento, para poder seguir trabajando, otras salas, solidariamente, echaron una mano hasta que en 2019 consolidaron su nueva sede, y es que la cultura, el teatro, aunque no se les insufle lo suficiente, permanecerán para explorar posibilidades necesarias para despejar el pensamiento único en el que nos movemos.

Pasear por nuestras calles, y más los fines de semana, se ha convertido en riadas de peatones. Las miradas se entrecruzan en la búsqueda de coincidencias personales, las posibilidades son muchas debido a que no hay rebajas y el frío invierno aún no ha llegado. Los vendedores en las aceras ofrecen un genuino bolso de marca imitada. Las terrazas se llenan para tertuliar entre el bullicio de las conversaciones, los acordeonistas deslizan sus dedos intentando tocar algún compás que suene a tango, un vendedor permanece inmóvil frente a los que comen unas bravas ofreciendo pulseras y colgantes. La mendicidad también pasea entre la indiferencia de una sociedad, de un sistema que ve como algo habitual el deambular de la necesidad humana que se convierte en negocio de la pobreza.

La celebración del Día de las Personas Sin Hogar ha dado a conocer el incremento considerable de estas personas. Pasear por las calles ilustra la situación por la que está pasando nuestro territorio. La extrema pobreza de los ciudadanos sin techo sigue sin resolverse, también en Europa. Solucionarlo es cuestión de voluntad, empezando por establecer recursos sociales y sanitarios, viviendas tuteladas con atención psicoemocional. El Ayuntamiento de Zaragoza acaba de inaugurar la Casa Abierta con 6 apartamentos para atender especialmente a mujeres, las más vulnerables; una buena iniciativa pero se queda escasa cuando se habla de que son 35 las que están sin hogar. Es necesario que ayuntamientos, diputaciones y Gobiernos autonómicos se unan para atender a estos ciudadanos sin techo de manera integral. Entre todos, como en Finlandia, conseguirían que estas personas acabaran teniendo una vida digna, en una sociedad que, supuestamente, se llama civilizada y que se mantiene en el ránking de países del primer mundo, una lista, diría que de postureo, cuando el índice de desarrollo humano se queda corto y no mejora.