Cajal fue decisivo en la política universitaria. Tanto en la Junta de Ampliación de Estudios como en la Institución Libre de enseñanza se notaron sus esfuerzos por la cultura y formación universitarias.

Instituciones que nadie ha sabido o ha querido recuperar ni física ni moralmente y apropiarlas a la estructura actual de la enseñanza.

Si fue importante la descripción de la neurona, fue más importante la definición que hizo y hoy permanece intacta: la transmisión de los impulsos, la neuroquímica, los neurotransmisores.

Neuroquímica

Muchos de sus discípulos siguieron el ejemplo establecido por el maestro, comprobando y ampliando sus teorías en casi todos los campos de la neurociencia. Estudios que representan las raíces de los descubrimientos actuales en algunas de las áreas más apasionantes, acerca de la estructura, función y química del cerebro en condiciones normales y patológicas.

Hay quien afirmó que el soma es la plasmación externa de la Psique. Yo añado que la neuroquímica es la responsable del comportamiento.

Neuroquímica que mejora nuestra relación con el mundo animal y vegetal pero esta frustrando, en exceso, la relación con todos nuestros políticos, con el amplísimo 'coalicionado' gobierno y parlamentarios bicamerales, independientemente del hemisferio que domine, la neuromoderación. Fracasa en beneficio de la soberbia y del personalismo partidista, del todo vale y de la falsedad, lo que pone de manifiesto una frustración neuronal de la mayoría de sus componentes, incluso a la hora del plagio filosófico o doctorado económico. Ambos dos 'neuroadquiridos' a un progresismo participativo que se ha convertido en mamoneo neuronal pactado y continuo.

Principales preguntas

La ciencia ha avanzado de un modo espectacular en las últimas décadas, permitiendo el estudio del cerebro desde todos los ángulos posibles –morfológico, molecular, fisiológico, genético y político–, si bien políticamente, la variedad cerebral es tan vivaz y adaptativa a cualquier impulso económico entrante por la multitud de hendiduras sinápticas, que solo hemos comenzado a desentrañar en algunos de los misterios parademocráticos en que se apoyan. Todavía no tenemos respuesta a algunas de las principales preguntas que la 'neuropolítica parademocrática', plantea constantemente: ¿Cuál es el substrato neuronal que hace que las personas se dediquen a la política corrupta?. En otras palabras, ¿qué tiene de especial la neuropolítica para que haya tanta afición parlamentaria a promocionar gobiernos incapaces? ¿Cómo se trasforma el cerebro para mentir con naturalidad de forma permanente? ¿Cuándo se produce el desequilibrio cerebral por la codicia, el fracaso al descubrir el disfraz ideológico?, o ¿el abandono depresivo por inutilidad manifiesta?. ¿Cómo integra el cerebro la información procesada en ilusorias vivencias y crea una adulterada y engañosa doctrina para sus incrédulos votantes, víctimas de una unión neuronalmente prostituida?. Preguntas fundamentales junto a otras muchas que no tienen todavía respuesta, a pesar de los bases descritas por Cajal y los grandes avances científicos actuales.