Opinión | Sala de máquinas

El espíritu de Jena

La mayoría de los historiadores coinciden en aceptar la fecha de la Revolución Francesa como el inicio de la Edad Contemporánea. Hasta entonces, la Edad Moderna se habría caracterizado fundamentalmente por la implantación de la monarquía absolutista, de origen teocrático y vaticana bendición, con una nobleza sometida y un pueblo inexistente. A partir, sin embargo, del asalto a la Bastilla y de los formidables acontecimientos de París, el mundo cambió.

No solo en Francia.

También, y mucho, en Alemania, donde la filosofía de Kant acababa de dar un paso de gigante hacia esa nueva modernidad poniendo en el núcleo de la discusión la capacidad del pensamiento y del lenguaje para desentrañar las claves del espacio—tiempo.

A raíz de aquella revolucionaria metafísica del conocimiento, con base en la ciencia, y también, no lo olvidemos, de la caudal aportación de los dos grandes genios de las letras alemanas, Goethe y Schiller, brotes y núcleos de erudición salpicaron y enriquecieron las principales ciudades germanas, concentrándose uno de particular calado en la ciudad de Jena, en el ducado de Sajonia—Weimar.

Allí, al calor de la literatura, el teatro, la poesía, la música y los avances científicos, se producirá una concentración de talentos como pocas veces se ha dado en la historia de Europa. Los tres grandes filósofos de principios del siglo XIX, Hegel, Fichte y Schelling compitieron entre ellos por establecer inmensos sistemas donde todo conocimiento racional quedase reflejado, relacionado y debidamente explicado en sus orígenes y funciones. Poetas como Tieck o Novalis simplificaban y depuraban al máximo el lenguaje en busca de su alma musical. Los hermanos Schlegel o Madame de Stäel abarcaron tal cantidad de materias y disciplinas que sus figuras, como las de los anteriormente citados, irían agrandándose con el tiempo y la memoria, de acuerdo a las notables innovaciones que todos ellos fueron capaces de aportar en múltiples campos.

Para profundizar en el maravilloso universo intelectual de Jena, es más que recomendable la lectura de 'La república de los espíritus libres,' de Peter Neumann (Tusquets). Un hermoso homenaje a aquella dorada década.

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