Opinión

La Romareda: atrapados en el tiempo

El consenso municipal reabre la opción de un nuevo campo de fútbol, aunque las familias del club guardan silencio

Allá por los años 90, estando en una gasolinera de Alaska, camino del Círculo Polar Ártico, en medio de una pista forestal y con muy poca gente alrededor, el responsable del negocio preguntó de dónde éramos. Pensando que no conocería nada de España, le explicamos que vivíamos en una ciudad equidistante entre Madrid y Barcelona llamada Zaragoza. Y cuál fue nuestra sorpresa que al señor se le iluminaron los ojos y una sonrisa inundó su cara, pues entonces no se llevaban mascarillas. Empezó a recitarnos nombres de jugadores de fútbol del Real Zaragoza, sus éxitos por Europa, y que el campo era La Romareda. En plena tundra, a muchas millas todavía de Prudobay, descubrimos lo importante que es la marca de un equipo de fútbol y de un estadio para la promoción de una ciudad. Evidentemente el Real Zaragoza entonces estaba en Primera División, competía en Europa, lo veían en EEUU y poco se puede comparar a lo de ahora. Pero tener un estadio en condiciones puede ser un reclamo para muchos eventos. Porque además de muchos equipos de lujo, por el campo zaragozano han pasado nombres como Michael Jackson o la banda Metallica y eso es todo un referente. Por eso, después de ver cómo hace años que el estadio municipal se cae de viejo sin que nadie ponga remedio, que todos los grupos políticos del Ayuntamiento de Zaragoza se pongan de acuerdo para remozar la vieja Romareda o construir una nueva, es todo un avance que hay que celebrar. Ya solo falta que los dueños del club que más la usan, el Real Zaragoza, se sumen al interés pero poniendo dinero, no intentando obtener beneficios.

Proyecto estrella

En última instancia ha sido la portavoz del grupo socialista, Lola Ranera, la que esta semana, aprovechando que llegaba el debate sobre el estado de la ciudad, ha decidido poner el tema encima de la mesa. Y todos se lo han 'comprado'. Pero también es cierto que Jorge Azcón, desde el mismo día en que fue elegido alcalde con los votos de PP, Ciudadanos y Vox, vendió ante la opinión pública que el proyecto estrella de su mandato era un nuevo campo de fútbol. Y todo el mundo sabía que no se llegaría al final del mandato sin haberse hecho algo, a pesar del retraso al que obligó la pandemia. Y la hora parece que ha llegado. Hay una buena excusa y son esas dos candidaturas deportivas que se han planteado para el año 2030: los Juegos Olímpicos de invierno a celebrar en los Pirineos, con sedes centrales en Zaragoza y Barcelona, y el Mundial de fútbol que España quiere organizar en ese ejercicio. La capital aragonesa no puede quedarse al margen de esta segunda cita. Por eso, entre los socialistas se ha pasado de que no había que hablar de La Romareda, a pedir que el proyecto se pacte entre todos. Son las directrices del Pignatelli que en las últimas semanas está hablando largo y tendido con la Generalitat de Cataluña para cerrar una candidatura olímpica apropiada que de una u otra manera tiene que pasar por un estadio en condiciones, no como el de ahora.

Por otro lado, también ha influido la nueva fase política en la que ha entrado Jorge Azcón, con su inminente llegada a la presidencia del PP aragonés. Se sabía que solo había dos políticos con peso en la comunidad, el alcalde y el presidente Lambán, pero ahora se está constatando que su rivalidad va a ser mayor. Por eso no conviene a nadie dejar la delantera y más en temas tan populares como el del campo de fútbol. Y el alcalde popular siempre ha sabido que sin el acuerdo con el PSOE, la operación que fuera no se podría desatascar.

Participación del club

Pero no debe ser como la que ofrecía Azcón al inicio de la legislatura. No hay que vender suelos, ni permutar nada, ni sacar dinero con infraestructuras. Hay que involucrar a empresas privadas, a bancos, como se ha hecho en otras ciudades y en otros países y, por supuesto, como exigió el portavoz municipal de Podemos, Fernando Rivarés, el club debe participar desde el minuto uno. Pero no intentando obtener rédito de la operación, con las dichosas recalificaciones que siempre benefician a los mismos. No deberíamos estar ya en esos tiempos. Es verdad que el Real Zaragoza como sociedad no tiene dinero y parece que los empresarios que lo dirigen, tampoco. Pero como buenos emprendedores de hace muchos años, las familias del club seguro que son capaces, o al menos deberían serlo, de sacar adelante esta operación. No pensando en sus intereses, como ha ocurrido casi siempre, sino en los de la ciudad, esa marca que se conoce hasta en recónditos lugares del extranjero.

Si el miedo político que levanta en algunos el alcalde se puede aprovechar para algo, si la candidatura de los Juegos de invierno sirve de espoleta, y si hay empresarios aguerridos que ven que una inversión ahora puede ser capital para todos para dentro de unos años, bienvenido sea todo porque se estará en la buena senda. Todos los políticos deben aprovechar este momento porque, aunque el Real Zaragoza, otro año más, no vaya a subir a Primera, siempre nos quedará la gran ilusión de los aficionados, las ganas de ver un gran concierto al aire libre, como en otras ciudades, o los deseos de creer en ver la llama olímpica en un pebetero. La gran mayoría de zaragozanos, apoyarán.

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