Aprovechando estos días, plagados de fiestas y noticias, he querido hacer una relación de todos los asuntos que nos demandan algún tipo de actuación, directa o indirecta, y no terminan de reconducirse, bien entendido que me estoy refiriendo a aquellos que nos implican a la mayoría, no deseo ni es mi estilo ser absoluto, pues siempre habrá alguien que se pondrá con su libertad al margen de ellos, por esto, y como ejercicio dedicado a pintar mi cuadro de la situación, voy a relacionar estos y mi criterio sobre los mismos.

Creo que por importancia más global y por su actualidad, la protección del medio ambiente es el primero que debemos tratar. En estos momentos se está celebrando en Glasgow la Conferencia Internacional contra el cambio climático COP26, y si bien es cierto que, en determinados momentos, causa hasta emoción escuchar a líderes políticos de los principales países declarar su convencimiento sobre cómo debemos luchar para proteger nuestro medio ambiente, al final la realidad es que, todo esto, no deja de ser un juego entre bambalinas para acordar cómo va a afectar a las economías, sobre todo de las grandes empresas del mundo. Creo que no consideramos seriamente cómo la Naturaleza actúa al margen de lo que nosotros deseamos, pero no hacemos nada por adecuarnos con ella, y esta es la demostración de nuestra irresponsabilidad. Desearía equivocarme, pero me temo que de esta conferencia lo único que saldrá serán las diferentes formas en que cada país defiende sus intereses frente al resto.

Avisos de fuera

El siguiente asunto no deja de ser también muy preocupante: el covid-19, la pandemia que venimos sufriendo y que no tardando mucho hará dos años desde su inicio. Quiero ponerla en mi cuadro porque, aun cuando aquí en España parece que estemos en una situación aceptable en la lucha contra ella, no ha desaparecido y además estamos recibiendo avisos de que en Alemania, Portugal, Inglaterra y seguro que en otros lugares está resurgiendo, y los países afectados están volviendo a considerar que deben retornar a medidas que afectan en las formas normales de vida, por esto es importante que tomemos con mucha seriedad continuar con la batalla, pues la guerra todavía no se ha vencido.

La consecuencia de lo que estamos sufriendo a causa de esta pandemia, el parón de la economía mundial a favor de la vida y la salud, nos está conduciendo a que las producciones de suministros no se están recuperando al paso de la demanda y, por tanto, la inflación se está disparando por encima de lo que sería admisible, por lo que el caos económico es de elevada consideración, porque si bien es cierto que ese déficit productivo afecta de manera importante, no lo es menos (como siempre sucede) la aparición de los oportunistas que aprovechan, como manifiesta el dicho, que el Pisuerga pasa por Valladolid y suben artificialmente los precios, muy en especial las eléctricas con la excusa del gas.

Pero debemos hacer que el cuadro tenga alguna parte doméstica, ya que aunque estemos en una fórmula de vida bastante global, no lo suficiente ni en la manera que debería ser, también tenemos nuestras particularidades que nos deben hacer reflexionar sobre el papel que jugamos en ellas. Una de las que más nos totaliza son los presupuestos del Estado, los autonómicos y los municipales y que, por alguna extraña razón, permitimos que los políticos que hemos elegido y nos representan jueguen con ellos como si con nosotros no fuese el resultado. Y verán, esto es así: primero porque con el dinero que se cuenta para realizar los presupuestos, cualquiera de ellos, es nuestro, de los ciudadanos que lo entregamos para que la sociedad funcione, y segundo porque nosotros debemos ser los receptores de los servicios que se prestan contra esos ingresos. Por tanto, cuando, por posiciones políticas de fuerza, unos presupuestos no se aprueban están atacando a todas las personas que vivimos bajo el paraguas de esos presupuestos, somos los damnificados, que a nadie se le olvide esto.

Deseo añadir un último tema al cuadro. Llevamos meses en un debate sin fin: si se debe derogar o no la reforma laboral que realizó el Gobierno de Rajoy, y eso establece todo tipo de altercados políticos del Gobierno con la oposición e incluso miembros del Gobierno entre ellos, y la clave de todo es la palabra derogación. Pero bien pensado concluyo con que si eliminamos dicha reforma: ¿qué es lo que queda en relación a la normativa laboral? No hay ninguna duda de que se sustituirá por otra reforma de la que nadie dice nada. Creo que debería ser más interesante que los trabajadores y empresarios conozcan la nueva norma que se desea hacer, que la susodicha derogación.

Incremento de la desigualdad

Pues todo lo expresado hasta aquí, como ejemplos de cuestiones que como la sociedad en general y española en particular estamos impidiéndonos una vida con menos alteraciones, debería tener soluciones participativas con las que dar salida a estas materias, no hacerlo significa el aprovechamiento egoísta de unos pocos, generando un incremento importante de la desigualdad entre los ciudadanos, en definitiva, hacer un mundo mucho más injusto e inhabitable, a esto nos conduce nuestra pasividad y falta de implicación en el mejor desarrollo en la convivencia.

Por esto quiero insistir una vez más, que para conseguir que las personas lo sean en su verdadero destino es imprescindible que la educación sea el eje sobre el que pivote esa conformación, si no la tenemos como principal estaremos abocados a permanecer en permanentes fallos en nuestra convivencia. La educación es el fundamento por lo que tenemos que apostar.