Opinión

Agoreros

El gobierno cuatripartito conformado hace ya más de dos años en una conjunción del azar, y del buen hacer por el pacto de Lambán, apostándolo todo al cuatro, rojo y PAR ha dado sus resultados. Un pacto antinatura, por la base ideológica y programática de cada partido, que ha sabido tejer la concordancia y dejar a un lado la discrepancia.

Hay dudas sobre asuntos clave para el futuro de Aragón, es cierto. La unión de estaciones, la candidatura a los Juegos Olímpicos o la expansión de las energías verdes, entre otros, son asuntos espinosos para los cuatro socios de gobierno. Pero hay algo casi genético al gobierno y que emana del cuatripartito en su forma de hacer política: es una entente de interés por el pacto y aplicando el sentido común. No es poca cosa visto lo visto en otras latitudes del país. O en otras bancadas de la oposición.

Son los agoreros quienes siembran tempestades cuando se desconoce lo que vendrá. Los males y desgracias están por llegar y todo será culpa del que gobierna. Es el mantra que aún predica parte de la oposición. Y es en parte comprensible que alguien lo haga al inicio de un camino, más con un cuatripartito sorpresivo. Incluso –si me permiten– me reconozco culpable por sumarme a la ola de agoreros de los primeros compases de la legislatura. Pero el tiempo quita y da razones. Y a mí las ha quitado de un guantazo.

Es evidente que hay un presidente que gobierna y reina, y los socios están en un cuatripartito por supervivencia política y con consejerías muy diferenciadas. Está ahí la habilidad de Lambán por hacer su equipo. En cuanto a los resultados, el funcionamiento del gobierno es un hecho. En un periodo convulso en lo político y económico, Aragón lidera índices de creación de empleo o recuperación económica. Hay paz social en todos los sectores y Lambán antepone Aragón a su partido en asuntos capitales. Y, ¿aún hay agoreros?

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