Viendo a aquel mendigo que tiritando de frío y semidesnudo le pedía, por caridad, ayuda, el soldado no se lo pensó dos veces. Se despojó de su capa de pretoriano y blandiendo su espada, de un tajo la cortó en dos, dando la mitad al mendicante, quien de este modo pudo protegerse de la helada.

 Aquel suceso ocurrió en el siglo IV de nuestra era y el joven soldado romano que la protagonizó, de apenas 20 años de edad, se llamaba Martín, quien con el tiempo y tras abandonar las armas y abrazar el cristianismo llegaría a ser obispo de Tours. Y tras su muerte, en el año 397, y posterior canonización, compatrono de Francia y uno de los santos más populares de la cristiandad.

Atendiendo a sus méritos, en el siglo VIII el emperador Carlomagno erigió en la ciudad alemana de Aquisgrán un gran complejo palaciego y dentro del mismo una iglesia de planta octogonal, destinada a albergar como preciada reliquia, la menguada capa (cappella) de San Martín. A aquella iglesia pronto se la llamó, por esta razón, cappella –en castellano capilla– que es el término que usamos para referirnos a los espacios que hay en el interior de las iglesias, con su propio altar, dedicados a la advocación de la Virgen o de un santo en particular.

“A todo cochinillo le llega su San Martín”

Por otro lado, la festividad de San Martín, que celebramos el 11 de noviembre, llega en un período de tiempo caracterizado por una tardía calor, que parece como llegada al abrigo de su capa; de ahí que denominemos a este tiempo como el Veranillo de San Martín. Unos días, por lo demás, que a medio camino entre el otoño y el invierno, ha sido tradicional y secularmente propicio en toda España para hacer la matacía del tocino. De ahí el conocido refrán: A todo cochinillo le llega su San Martín”.

 Pero estos días de otoño que amarillean las hojas de los árboles y tiñen de anaranjados y rojizos tonos los cada vez más madrugadores atardeceres, son también propicios para la celebración y la fiesta en las que degustar los recursos deparados por la vendimia y la recolección de las frutas y frutos secos propios de la estación. De ahí el refrán gallego: Polo San Martiño, castañas e viño.

Así mismo, en la iconografía de San Martín se unen dos de los atributos del santo guerrero, que son la espada y la capa. De hecho aún hoy en día usamos la frase “defender a capa y espada” para expresar que se defiende algo o a alguna persona con pasión, empeño y a todo trance. Y la capa, o el capote, cruzado y atado al hombro, también fue parte esencial de la uniformidad de los milicianos y soldados durante la guerra civil. Prenda de abrigo multiusos imprescindible para la vida en las trincheras.

“En pasando San Martín con la capa al recostín”

Así mismo, en 1766, la disposición del Marqués de Esquilache, a la sazón ministro de Hacienda de Carlos III, prohibiendo a los hombres llevar capas largas y sombreros redondos, provocó en toda España (Zaragoza fue una de las ciudades donde más se dejó sentir la protesta) una revuelta generalizada que ha pasado a la historia con el nombre de “El Motín de Esquilache”. A resultas del cual el ministro italiano fue desterrado a su país y los jesuitas (daños colaterales) expulsados de España.

Pero en la actualidad, quienes de verdad saben de capa y espada (por ser instrumentos esenciales de su oficio) son los toreros. Y una de las plazas de toros más antiguas de la Comunidad de Madrid es la de San Martín de Valdeiglesias, de la que el pasado 11 de septiembre el joven torero aragonés Jorge Isiegas, tras sacar magistralmente la capa al toro y finar con la espada al astado, salió a hombros de la plaza.

Y habremos tambien este año –con los precios de la luz subiendo a la velocidad de la luz– de abrigarnos con buena capa, pues ya dice el refrán que Al que veas con capa de lamparilla [de verano] por Navidad, no le preguntes como le va”. Y ahí andamos, echándonos capotes, ayudándonos los unos a los otros, para capear el temporal del invierno que siempre es sinónimo de frío, como –una vez más– el refranero popular nos recuerda:En pasando San Martín con la capa al recostín”.

* Historiador y periodista