Hace unos días, todos los informativos conectaban con la intervención del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la cumbre del Clima. En esa intervención tuvo un discurso efectista reclamando mayor ambición climática a todos los países. Sin ninguna duda, los verdes de todo el mundo podemos aplaudir un discurso como este si viene acompañado de algo más que palabras. Pero no.

El Gobierno que preside fijó como meta en su reciente Ley de emergencia climática, la reducción de emisiones en un 23% de aquí al 2030 en vez del 55% que pide la ciencia y al que se han comprometido algunos países como Alemania.

El objetivo que plantea España, es el mismo que tenía el país hace 3 años, es decir, antes de la pandemia y sin la oportunidad que representan los Fondos europeos. Le pide al resto de países que haga un esfuerzo que España no está haciendo y que no ha variado desde el 2018, truene, llueva o caiga una pandemia mundial que nos encierre a todos en nuestros domicilios.

Esta situación no es aislada. Las comunidades autónomas y los ayuntamientos, están preparando sus proyectos para estos fondos europeos de recuperación, una inversión sin precedente y cuya misión es la transformación de nuestra economía, la mejora de los puestos de trabajo y de la calidad de vida para marcar la senda de las ciudades en las que queremos vivir, de la vida que queremos tener.

Teniendo en cuenta que España será uno de los países de Europa más afectados por el calentamiento del planeta y concretamente Huesca, nuestra provincia, especialmente vulnerable por la importancia económica de la nieve, es, como poco decepcionante, comprobar que algunos ayuntamientos como el de Huesca, lejos de aprovechar la oportunidad en transformar la ciudad, solo llega a rescatar proyectos que se tenían en los cajones desde hace años. Ni rastro de la sostenibilidad, de la eficiencia, de preparar una ciudad para responder a los retos a los que nos enfrentemos, de visión de futuro, de hacernos más fuertes y hacer de la necesidad virtud.

Nuestra provincia se enfrenta a grandes retos para adaptar su modelo productivo y de vida a la emergencia climática. Debemos afrontar la reconversión del sector del porcino que ha llegado a su tope, las condiciones cambiantes para los cultivos como la subida de temperaturas que afecta directamente a la vid, la mayor escasez de agua, la disminución de los días con nieve… En fin, sobra bla bla, bla y falta acción y ambición.

El desafío es grande y el tiempo para actuar es corto. No hacer nada, supone ir hacia atrás.

Es tiempo de acción climática contundente, en todos los niveles, desde lo global a lo local, para proteger a las personas más vulnerables, y ofrecer un futuro digno y esperanzador a la juventud. Es hora de elegir dar una vida mejor a nuestros hijos e hijas.

*Ejecutiva General Verdes Equo. Coportavoz Verdes Equo Huesca.