Opinión

Presupuestos inversionistas

Llegó la estación presupuestaria, esas semanas en las que nuestras Administraciones y Gobiernos definen, pactan y aprueban las cuentas que van a marcar las políticas de nuestro país, nuestras autonomías, ciudades y pueblos.

Llevo toda la vida escuchando la exposición de unos y otros presupuestos en los mismos términos: inversión y gasto. Supongo que serán las normas contables o, tal vez, que nuestra cultura solo nos hace valorar aquello que se visualiza de inmediato, aunque una y otra vez caemos en el error de tildar de gasto las políticas sociales.

Escuchen para ver si les suena: inversión urbanística, inversión industrial, inversión en defensa, inversión en infraestructuras, gasto social, gasto sanitario, gasto educativo y así un largo etcétera.

¿De verdad que es gasto, por ejemplo, la realización de mamografías preventivas a mujeres mayores de 50? Sinceramente creo que no. Lo único que se hace es reducir un coste mayor, el del tratamiento por cáncer.

¿De verdad que es gasto prevenir la pobreza infantil a través de acciones de educación o acceso a una alimentación sana? Pues yo diría sinceramente que no, porque cronificar la miseria en un país es saber que a medio y largo plazo seguirá siendo pobre.

Los sociólogos y economistas nos afanamos en crear indicadores que midan la realidad social. Uno de ellos es el conocido SROI, que permite valorar el retorno social de la inversión (también el medioambiental, sanitario...). Por ponerles un ejemplo, en el año 2019, por cada euro que se invirtió por parte de la Administración en las empresas de inserción de nuestra comunidad, ellas retornaron 4,08 euros. ¿Y cómo es eso? Porque promocionando empleo y un itinerario de inserción a personas vulnerables, estos pasan de ser un permanente gasto, a ingresar un salario y pagar sus correspondientes impuestos, consumir, alquilar o comprar una vivienda y todas esas actividades que, sin duda, nos tienen que hacer llegar a la conclusión de que apostar presupuestariamente por políticas sociales es invertir.

Desde mi rincón sugiero que nuestros presupuestos sean muy inversionistas, que inviertan en la ciudadanía porque el retorno que recibirá nuestra sociedad será enorme. Y a quienes los diseñan, los enmiendan y los aprueban se pongan en la clave de la inversión y hagan el esfuerzo de ir modificando su lenguaje. Porque sus mensajes son claves para romper falacias y mitos que hacen que nuestra sociedad sea mejor o peor, más o menos tolerante y más o menos corta o largoplacista.

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