Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias». Esta es la segunda acepción de «tolerancia» en el Diccionario de la Lengua Española de la RAE.

La tolerancia, un valor positivo teresa Sevillano Abad

Naciones Unidas, en su carta fundacional, la recoge como uno de sus principios y, por ello, en su Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptó el compromiso de fortalecer la tolerancia, fomentando la comprensión mutua entre las culturas y los pueblos. Así lo manifiesta dándole el significado de respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Incluye el reconocimiento, la aceptación y el aprecio al pluralismo cultural, a las formas de expresión, a los Derechos humanos de los demás y a la diversidad del aspecto, situación, forma de expresarse, su comportamiento y sus valores. Todos tenemos derechos a vivir en paz, a ser como somos y reclamar a los Estados que legislen para proteger la igualdad de oportunidades a toda la ciudadanía.

Nos movemos en un mundo global y la sociedad actual es diversa, plural e intercultural, escenario que supone una caudal de valores, además de riqueza social y económica. Todo ello es fácilmente demostrable, pero puede afectar a la convivencia si no aplicamos valores como la tolerancia, el respeto y la humanidad.

¿Cómo entendemos la tolerancia? ¿Quién tolera a quién? Aunque la mayoría identificamos la tolerancia con las definiciones mencionadas, el concepto puede ser interpretado de otra forma, no tan honesta, no tan justa, y derivar, sin ser conscientes de ello, en un sentimiento de superioridad moral, de indulgencia, de tolero, pero yo soy quien está en posesión de la verdad. De esta forma, pueden verse las ideas diferentes a las nuestras con rechazo, las otras prácticas con desprecio: te consiento que pienses así, que actúes de esta manera, pero mis certezas son las adecuadas. Con esta actitud situamos a la otra persona dentro de un plano inferior en lugar de ponernos al otro lado, en su piel.

Todos, los de un lado y los de otro, necesitamos ponernos en el lugar de la otra persona, empatizar con quien es diferente, así estaremos en un plano de igualdad, nos toleraremos con la acepción adecuada y tendremos respeto mutuo.

Ahora, ser tolerantes es más importante que nunca en esta sociedad variable, diversa, pero con extremismos crecientes que pueden derivar en violencia, en problemas de convivencia que se conviertan en conflictos sociales difíciles de resolver.

Las injusticias y la discriminación son formas de intolerancia y luchar contra ella es nuestro deber. Así lo hace el Gobierno de Aragón con leyes que lo certifican y acciones que las desarrollan. Pero esta lucha no solo es tarea de las administraciones, en ella debe estar implicada toda la ciudadanía.

La mejor manera de conmemorar el Día Internacional de la Tolerancia es demostrando el mismo respeto a los demás y sus opiniones que hacia las nuestras. Solo con el convencimiento de que nos toleramos mutuamente y de que convivimos con respeto avanzaremos hacia una sociedad diversa y plural como la actual, pero más libre, más igualitaria, más justa y con más posibilidades para la paz.

Así podremos decir con Walt Whitman «cuando conozco a alguien no me importa si es blanco, negro, judío o musulmán, basta saber que es un ser humano» y sumarnos a las palabras de Federico Mayor Zaragoza cuando propone: «Salgamos de esta dudosa tolerancia que nos hace tolerar lo intolerable, la miseria, el hambre, el sufrimiento de millones de seres. Fuera de esta caverna encontraremos el brillo del sol, de la compasión y de la fraternidad».