Opinión

Aragón tras la pandemia

El PSOE sigue apostando por una política de grandes eventos y de grandes fastos

El discurso de Javier Lambán en el debate sobre el estado de la comunidad fue muy intenso y tuvo unos protagonistas muy claros, las grandes empresas y los grandes proyectos. Es verdad que mencionó otros asuntos, como los servicios públicos o el aragonesismo, y que no se olvidó de las víctimas de la pandemia, pero a nadie se le escapa la insistencia en nombrar a casi todas las grandes firmas que están o que vendrán o la cantidad de empleos que están generando y que generarán. Y no creo que nadie pasara por alto la apuesta por la nieve, La Romareda o los Juegos Olímpicos. Parece muy difícil oponerse a un listado tan numeroso de buenas noticias, pero hay aspectos que podrían estropear algo el eslogan sobre un Aragón verde y sostenible.

El PSOE sigue apostando por una política de grandes eventos y de grandes fastos, que parece estar de vuelta una vez superada la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera. Son un buen ejemplo de ello el nuevo estadio de fútbol de Zaragoza, nuevas recalificaciones urbanísticas para aumentar la importancia del esquí, centenares de nuevas viviendas para jóvenes, o unos Juegos Olímpicos de invierno. Todas ellas crean empleo, mejoran la imagen de la comunidad o tienen incluso un componente social, pero también se ven acompañadas de un impacto económico y ecológico que no se menciona. Apostar por el esquí con cada vez menos nieve supone recurrir a enormes cantidades de agua y energía para dotar de nieve artificial a las pistas. Las recalificaciones urbanísticas volverán a hacer crecer exponencialmente a los pueblos agraciados, que quizás tengan dificultades para absorber tanta población estacional. Y como de ello se encarga, básicamente, una empresa pública con ayuda de un banco, las pérdidas las pagaremos todos. En cuanto a la ciudad de Zaragoza, parece que se reproduce el modelo de construir en nuevos espacios, en lugar de transformar o consolidar los ya existentes, lo que seguirá haciendo difícil dotar de servicios a una superficie que ha crecido mucho más que la población.

Ventajas logísticas

Las grandes empresas que aprecian las ventajas logísticas de Aragón han sido atraídas y muy bien recibidas no solo por el presidente, sino por todas aquellas personas que van a tener un futuro profesional en Aragón gracias a su implantación. Pero no creo que sea incompatible con pedir que sean tratadas como las demás desde el punto de vista fiscal o de las ayudas directas o indirectas. En el caso de las grandes granjas y de la industria de la carne, cada vez parece más claro el impacto ambiental de la producción, desde los piensos hasta los purines. A pesar de las referencias a los avances en su tratamiento, no es muy tranquilizador que haya lugares del medio rural aragonés donde no se puede beber agua del grifo. Si se estuviera generando una especie de Mar Menor en el subsuelo aragonés, quizás no deberíamos mostrar excesiva sorpresa ni indignarnos demasiado con la administración central porque no hizo nada por evitarlo.

Desde el punto de vista político, el discurso parecía dirigirse al electorado de centro derecha dispuesto a abandonar el efímero barco de Ciudadanos, porque se habló de colaboración público-privada, de fondos europeos o de paz social, con referencias a una especie de «realismo económico» que debería imponerse a supuestas propuestas radicales. Si el PSOE de Aragón ha decidido competir electoralmente en dicho sentido, habría margen a la izquierda para responder al chaparrón de Lambán con algo más de lluvia fina, compuesta por pequeños proyectos, un territorio vertebrado por el ferrocarril, energías renovables compatibles con el mundo rural, o una política cultural menos propagandística. Pero no tanto como para mantener a tres o cuatro fuerzas políticas.

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