Dicen que se acerca un «chorro polar», así que toca prepararse: como la noticia no me parece una chorrada, saco jerséis y ropa de abrigo de los armarios. Saco guantes y gorros de los cajones. Para mayores y para cachorros. Llega el frío. Un año más. La decoración navideña, llena de pichorros de colores, nos lo recuerda sibilinamente. Qué pereza. Con lo que a mí me gusta el sol. Con lo poco que me agrada la lluvia y el frío polar. Uno está acostumbrado al cierzo, qué remedio, pero lo que viene suena serio. Leo que llega una depresión aislada en niveles altos (DANA), y así es, me deprimo solamente de leerlo.

Los expertos dicen que a partir de mañana domingo se enfría el ambiente en el país debido a la entrada del viento del norte, causado por la formación de una dorsal atlántica de bloqueo (y yo me bloqueo aquí, no puedo evitarlo, me he quedado helado). De este modo, la DANA resultante desencadenará lluvias abundantes en el tercio norte peninsular. Nota mental: sacar los chubasqueros. Y las botas de agua (si las tuviera, que no es el caso, maldición; ¿qué fue de las botas de agua de mi infancia?). La predicción también apunta que las nevadas podrían afectar a muchas zonas altas peninsulares. Resumiendo: junto con el viento, la sensación de frío se verá intensificada. Así que nos llega un cambio de tiempo en toda regla. «Será», leo textualmente, «la primera embestida del invierno». Me encanta la expresión. El invierno es un toro, está visto. ¡Se acerca el invierno!, me entran ganas de gritar. Asimismo, han descartado que se vaya a producir la llegada de una nueva Filomena porque la dinámica y la génesis de la situación no es la misma. Supongo que lo dicen para tranquilizar, para no cargar las tintas. Hay que alarmar pero sin pasarse, claro que sí. Ahí andamos todos, en ese fino equilibro entre informar y hacer el chorras.