No se sabe muy bien si las jornadas de Diálogo sobre el futuro de la España despoblada celebradas esta semana en Teruel han sido un show, pura mercadotecnia, una feria de vanidades o uno de esos eventos que organiza Europa cada cierto tiempo con un gran desembolso de todo. El caso es que se hicieron muchas preguntas: «¿Cómo podremos hacer llegar los servicios a los municipios menos poblados? ¿Cómo podremos mejorar las condiciones de vida en los municipios de menor tamaño de España? ¿Qué necesitan los jóvenes para vivir en el medio rural? ¿Se necesita un pacto de Estado para abordar estas dificultades y necesidades?». Pero tan apenas hubo respuestas, y además se plantearon lugares comunes, nada que no se supiera hasta ahora. Las redes sociales, muy centradas en Teruel, ardieron en los últimos días porque lo que podría haber sido un buen ejercicio intelectual, político, social, incluso ético, debatir con rigor sobre el futuro, los dilemas, las alternativas, buscando evidencias, se quedó en un photocall y, en la mayoría de las sesiones de los dos días, no hubo reflexiones de interés, ni debates de cierta altura. Decían en las redes que hablaba la gente «de cosas que no entiende». Y es que en realidad, una gran mayoría de los «especialistas» que acudieron a Teruel viven en grandes ciudades, algo que debe influir, sin duda. Porque, al mismo tiempo, se echó en falta a expertos locales o que conozcan el problema de primera mano por residir en zonas despobladas o por haber ejercido como emprendedores en alguna de las comarcas afectadas. Que hay mucha gente. Una buena parte de las opiniones en las redes sociales giraron, en general, en torno a la ausencia de ciudadanos, asociaciones y profesionales que vivan en el territorio y conozcan el problema de manera directa.

Por no hablar de Teruel Existe, cuya ausencia también se notó (estuvieron protestando en la calle). Aunque esto puede tener una explicación más política. El evento (uno de los 17 que se decidieron organizar) era una iniciativa del Gobierno de España con apoyo de la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y varias instituciones públicas (ayuntamientos, gobiernos autonómicos, fundaciones y universidades). El de Aragón estuvo bastante monopolizado por el PSOE, con bailes de ponentes incluidos, y con el interés que se tiene en desarrollar el fenómeno de la despoblación como estrategia electoral. Y Teruel Existe, que aspira a ocupar un espacio político en las elecciones autonómicas y municipales de Aragón, no goza precisamente del plácet de los socialistas aragoneses (aunque a los de Madrid les pueda interesar más). Pero hay un hecho evidente. Mañana se cumplen 21 años de la huelga general que convocó en Teruel esta formación política (entonces solo era asociación) para protestar por el abandono de la provincia y el panorama ha cambiado, aunque no solo, ni mucho menos, por Teruel Existe.

Estos colocaron a Teruel en el mapa, eso es así. Provocaron también que el fenómeno de la despoblación empezara a tener recorrido social y político y han dado pie a un movimiento, el de la España vacía, que se convertirá en político. Pero los socialistas han hecho mucho más por Teruel. Y ahí estuvo el presidente aragonés, Javier Lambán, muy oportuno poniendo el contraste a estas jornadas vacías de contenido. Puso al territorio como ejemplo de revitalización de la España despoblada. Y no le falta razón. Por ejemplo, esta misma semana, aparte del photocall de las ministras y demás en la sede de la Universidad de Zaragoza en Teruel, la capital también ha sido escenario del congreso de economía circular, con ponentes llegados de distintos puntos del país y la irrupción de este tipo de economía en la provincia, con llegada de fondos europeos. Pero hay mucho avance económico. Solo hay que ver cómo la tasa de paro es una de las más bajas de España. Pero también se puede hablar del relanzamiento del aeropuerto de Caudé, toda una infraestructura que solo hace sumar aviones y lograr éxitos; la ampliación de Dinópolis, un foco de atracción turística, ahí esta; la llegada del matadero de la multinacional alemana Tonnies a Calamocha es una realidad con más de cien millones de euros de inversión; la que va a haber en el corredor Cantábrico-Mediterráneo también beneficia y mucho a Teruel; beneficios fiscales del 20% para las empresas que se instalen en la zona; la descentralización de la Administración del Estado va a ser una realidad con un centro nacional de Renfe en Teruel capital y uno de la UNED en Alcañiz; ahí está la posible agencia aeroespacial y, además, el convenio de transición justa que va a llegar en breve, según anunció la vicepresidenta Teresa Ribera. Hay quien dice que el futuro pasa por Teruel. Al menos, se mueve mucho.

Por eso, tiene razón el presidente cuando dice que esta tierra, «mal que bien», «va saliendo adelante». Pero se necesitan menos pasarelas atractivas y más gente que tenga conocimientos para promover estrategias de desarrollo rural, que investigue (pocos investigadores con trabajo publicado sobre la materia hubo en estas jornadas), personas que se muevan por el territorio y traten de resolver los problemas efectivos de la gente. Se está avanzando, pero será mala tanta contaminación política.