Los conflictos en el comercio con la apertura en los días festivos se arrastran en Zaragoza desde hace tiempo. Pero la decisión tomada por el ayuntamiento de la capital de declarar las festividades de San Valero (29 de enero) y la Cincomarzada (5 de marzo) días de apertura tiene sublevados a los trabajadores. Ambas fechas coinciden el próximo año en sábado y con ello han roto dos fines de semana, con dos festivos consecutivos, que los empleados consideraban imprescindibles para el descanso y la conciliación familiar, después de finalizar la temporada alta del sector que se inicia la próxima semana con el Black Friday y finaliza con Reyes.

Los sindicatos no comparten la decisión municipal y además de anunciar movilizaciones amenazan con llevar a cabo una huelga. Mientras, desde el consistorio, que tiene potestad para hacerlo porque son fiestas de índole municipal, se escudan en que el calendario laboral fue aprobado por unanimidad de los grupos y que se dio traslado al Gobierno de Aragón.

Dada la respuesta, está claro que en la decisión consistorial se ha tenido más en cuenta a la patronal que a los 90.000 trabajadores del comercio zaragozano y que tampoco se ha valorado la escasa rentabilidad que se puede obtener después de haber superado el periodo de compras navideñas y el de las rebajas.

Los más afectados, no obstante, van a ser los empleados de las grandes superficies, ya que los negocios de menos de 300 metros cuadrados pueden abrir cuando decidan. Este es el caso de la Federación de Empresarios de Comercio y Servicios de Zaragoza y Provincia, cuyo presidente asegura que ellos sí podrán dar tres días de fiesta a sus empleados si así lo desean.

Que una ciudad como la capital aragonesa tenga libertad horaria y establecimientos abiertos en festivo no es contraproducente como servicio, teniendo en cuenta que hay muchos miles de trabajadores que por su horario laboral solo disponen de estos días para hacer sus compras. El problema es otro.

El conflicto surge con las plantillas de los comercios. En la mayoría de los casos son los mismos trabajadores los que añaden a su jornada semanal el festivo de apertura y si son sustituidos en esos días extra se hace en precario.

Por ello, harían bien los sindicatos en pelear por una regulación más estricta de estos contratos de sustitución, por exigir que se tenga en cuenta a la parte social a la hora de decidir el calendario y en vigilar que no se produzcan irregularidades.