Opinión | Hoguera de manzanas

La patria y Venustiano

Aunque frecuentemente utilizo alguna cita para centrar el tema de esta Hoguera, lo cierto es que profeso sentimientos ambivalentes hacia esas píldoras de palabras, como hacia los aforismos, pero hay algunas que me encantan, sorprenden, golpean o acarician. Las realmente buenas descontextualizadas están mucho mejor, porque la verdad verdadera tiene un aura muy amplia que lo mismo vale para un roto que para un descosido y se extiende de lo particular a lo universal como la niebla sobre un lago.

Mi favorita de los últimos tiempos es una de Venustiano Carranza, tan simple y contundente como un disparo a tiempo: «Para servir a la patria nunca sobra el que llega ni hace falta el que se va». Además de que el señor anduvo peregrino en la complicada y apasionante revolución mexicana, tiene barba, fotos antiguas y nombre de pistolón, y además de que todo eso a estas alturas no confina sus palabras sino que les da un fondo sepia de manuscrito encontrado, lo cierto es que la frase tiene fuerza y gracia, la generosidad y la alegría del únete a nosotros (esa transversalidad que ahora todos persiguen, pero que han traducido en una palabra tan fea, medio técnica o algo), o la seducción del vente conmigo niña (por el romero en flor, por los cañaverales y el arroyo cantor, etc.), la elegancia del aprecio y el desprecio y –sobre todo– está libre de melancolías y chantajes emocionales, que son la base de casi todas las frases bonitas que por el mundo circulan con fondo de flores y montañas y abrazos de parejas medio en pelotas.

Venustiano, no; Venustiano saca la pistola y te invita a cumplir con tu deber. Cada uno sabrá cuál es su patria, en qué límites reside, qué debe hacer por ella, si es de los que llegan o de los que se van. Y que viva México, que en la estación de Irapuato cantaban Los Horizontes.

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