La lucha por las reivindicaciones femeninas es siempre encomiable, dadas las dificultades que conlleva; todavía más cuando, además de mujer, se es artista y bien por voluntad propia o por otras razones, se decide vivir en un pequeño núcleo de población. Entonces, la prosaica realidad evidencia la dureza y obstáculos que han de afrontar quienes toman tan valiente decisión, como Pilar V. de Foronda, mujer plenamente comprometida con la cultura, escultora de profesión y madre de dos hijos, a los que hubo de sacar adelante por sí sola en Cabanillas del Campo.

Pilar nos invita a una prudente reflexión sobre las reivindicaciones femeninas actuales y el papel que juegan en el mundo rural, mientras describe con un realismo y sinceridad sin parangón, su desafío cotidiano y el quehacer del día a día; Pilar habla de renuncias y de impedimentos a sortear, también de la libertad de elegir y del precio que conlleva cada elección. Devota de un feminismo práctico y sensato, alejado de las declaraciones retóricas, a lo que de verdad aspira es a mejorar la situación de la mujer en el medio rural y a reducir las afrentas de género aún vigentes, como lo es el hecho de que su pensión haya de quedar muy reducida por los años dedicados a la crianza de sus hijos, alejada de su vida profesional y obviamente sin cotización, en tanto que su exmarido no sufrirá ningún menoscabo por ello. La maternidad supone una entrega generosa y maravillosa para la mujer, pero cuya dedicación plena y obligada renuncia laboral viene acompañada por una injusta y lamentable penalización múltiple, tanto en lo que supone de aislamiento y futuro profesional como en pérdida de prestaciones. Sin embargo, no es este el único agravio que subsiste, entre otros muchos quebrantos olvidados y oscurecidos por otras reivindicaciones más llamativas.