La visita de Cristina Higueras a Bujaraloz, dentro del ciclo Escritoras españolas de la Diputación de Zaragoza, nos dejó una definición que les voy a compartir. Preguntada durante el coloquio que tuvo lugar en la Biblioteca Pública de Bujaraloz acerca de su concepto del «poder», la actriz y escritora meditó durante unos segundos antes de responder: «En mi opinión, el poder es la potestad de alguien para imponer su verdad».

Con el alcalde de Bujaraloz, Darío Villagrasa, un joven político con criterio y futuro, y con el concejal de Cultura, Chusé Rozas, buen conocedor de nuestras señas de identidad cultural, comentamos al término del acto esta interesante y bien acuñada definición, muy precisa y seguramente bastante exacta en términos generales porque en muchos casos para nada se aleja de la realidad.

Me recordó a aquella otra sentencia de Winston Churchill cuando, preguntado el político inglés por la prensa en el sentido de si le preocupaba lo que la historia fuera a decir de él, contestó: «Eso no me inquieta lo más mínimo, porque pienso escribirla por mí mismo». Tan bien lo hizo Churchill, de tal modo aplicó su potestad para imponer su verdad, que le dieron el Gobierno británico y el Premio Nobel.

La biblioteca de Bujaraloz, dirigida con tanto entusiasmo como buena gestión por María Jesús Galindo, cuenta con un animoso club de lectura, cuyos miembros formularon numerosas preguntas a Cristina Higueras, la mayoría de ellas en torno a los elementos que componen su nueva novela, Soy tu mirada.

En sus capítulos se va desarrollando la oscura historia de la jueza Nora Salinas. Una brillante magistrada en el ejercicio de su cargo, donde ejerce con autoridad y magisterio. Pero que, en cuanto se quita su coraza jurídica, descubre una especial fragilidad, mostrándose al lector tan vulnerable como cualquier otra persona en manos del destino.

O, como se os sugiere en Soy tu mirada, en manos de un seductor que, al mismo tiempo que un admirador o adulador, podría ser el portador de una seria amenaza para ella. Y es que el poder, en el libro de Cristina Higueras o en las memorias de Churchill no pertenece a un dueño impersonal, abstracto, sino a quien ejerce la potestad para imponer su verdad… o su amenaza.