Creía que el uso «legítimo» de la violencia era algo reservado exclusivamente al Estado. Pues no. En USA, que es un país donde sucede lo mejor y lo peor y lo peor de lo peor, unos jueces han exculpado a un tipo que, con un arma de guerra, se enfrentó a una manifestación y, dicen, en el uso de la autodefensa, se lío a tiros matando a dos personas. Estamos a un paso de volver al lejano oeste, en el que todo el mundo iba con el revólver en la cintura, por si acaso alguien nos mira mal y nos tenemos que defender. El hecho en sí es sorprendente pero la sentencia no lo es menos. ¿Cuál es el papel de los jueces en una democracia para garantizar la convivencia pacífica? En todas partes cuecen habas, y en algunas a calderadas. Hasta donde el sistema judicial es un poder del Estado que garantiza el imperio de la Ley por encima de adscripciones ideológicas particulares y no un medio de devolver favores o mostrar las simpatías hacia un partido, es algo en cuestión en España porque no son pocos los acontecimientos que dan que pensar, comenzando por el bloqueo que Casado sigue ejerciendo a la renovación del CGPJ con la esperanza, seguramente, de ganar vía sentencia de amiguetes lo que reiteradamente ha perdido en las urnas o tapar su corrupción. Unos jueces han condenado a un juez por prevaricador a varios años de cárcel echándolo de la carrera judicial. Bueno, hay esperanza. ¿Cuál es el papel de la policía en una sociedad democrática? Pues la respuesta es evidente, pero la práctica es preocupante en nuestro país. Cuando gobierna la izquierda, la policía sale a la calle. Primero, seguramente con razón, con demandas salariales. Vale. Les subieron un 20% y se han creado 13.000 plazas más. Ahora, unos cuantos, se manifiestan contra un proyecto de Ley con Abascal, Ayuso y Casado. Necesitamos una policía profesional al servicio de los ciudadanos, no a gente de extrema derecha amparada por su uniforme. Y armada.