Carmena afirma que la democracia tiene un virus. Se refiere a las formas barriobajeras y agresivas. Y se podían incluir la mentira sistemática, el tremendismo, la utilización de todo para desgastar al contrario, (como el recurso eterno a ETA o la propia pandemia), el marketing, si eso es marketing, dedicado a convencer a ignorantes y desinformados de que el blanco es negro o el negro blanco, el espionaje al adversario y desde luego meter la mano en el dinero público. Todo ello enmarcado en el permanente intento de controlar al poder judicial para asegurarse la impunidad. Estos son aventajados alumnos de la peor versión del 'trumpismo', que ya es decir.

La democracia, desde luego, tiene otros virus como la caverna mediática, los chiringuitos, el clientelismo y la cantidad de mindundis que pueblan el mundo de la política. Bolsonaro, por ejemplo, al que ahora el Tribunal Supremo de Brasil va a investigar por asegurar que los que se vacunaran contra el coronavirus tenían más posibilidad de presentar inmunodeficiencias contra el sida. Así se explica las altas tasas de mortalidad. Hay gente propensa a cualquier teoría conspiratoria sembrando dudas sobre la ciencia, que es la que ha conseguido en pocos meses evitar millones de muertos. Y la hay incluso en ambientes universitarios, que ya es decir.

Otro virus consiste en aparentar lo que no se es. Consiste en apropiarse de una etiqueta, (liberal, por ejemplo) ocultando el auténtico ADN. En el caso de Ciudadanos el disfraz se desvanece cada vez que habla Arrimadas a dúo con la marquesa de Casa Fuerte, Cayetana de nombre, admiradora de Ayuso, cogobernante con Vox. Así queda todo más claro para quien tuviera dudas. Si queda algo de Ciudadanos en las próximas elecciones, en el caso de que ya no estén todos en el PP, está claro con quien pactarán, aunque para quienes el único objetivo es tocar poder, cualquier cosa es posible. La mala noticia es que contra estos virus no tenemos vacunas.