La Real Fábrica de Tapices, con el inicial nombre de Fábrica de Santa Bárbara, fue creada en el año 1721 por el rey Felipe V, siendo la más antigua de las Reales Fábricas (además de la de Tapices, en Madrid, la de Paños en Guadalajara, la de Cristales en La Granja y la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre en Madrid) en activo, desde su fundación hasta nuestros días. El edificio neomudéjar que es sede de esta institución desde 1891 (ubicado en la calle Fuenterrabía de Madrid) fue declarado en 2006 Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumentos, máxima protección en nuestro ordenamiento jurídico.

Por la cualificación de sus artesanos, así como por la calidad de sus materias primas y medios de producción artística, la institución ha sido un centro modélico y de referencia para toda Europa en el ámbito de la restauración de alfombras, tapices, reposteros y textiles históricos. De manera que, a lo largo de sus 300 años de historia, la entidad ha contribuido notablemente al conocimiento de la historia de España y al incremento de los valores patrimoniales de aquellos inmuebles en los que sus tapices, reposteros y alfombras se hallan presentes.

Materia prima

Para comprender cuán complejo y laborioso es el arte de la fabricación de tapices y alfombras, nada mejor que contemplar con atención el cuadro de 'Las hilanderas' de Velázquez. La materia prima son los hilos de seda y lana, adornados de plata y oro y colores que se obtienen de diversos minerales (como el lapislázuli) y plantas.

Y si la materia prima es ya de por sí natural y genuinamente exigente en cuanto a calidad, no lo es menos la genialidad con la que, a partir del huso y la rueda, los artistas del tapiz y la alfombra trabajan en el telar. Y es que sobre ellos recae la responsabilidad de convertir en obra maestra en tela, la obra maestra que el pintor ha plasmado previamente en cartón para su reproducción.

Los aragoneses podemos presumir de dos grandes artistas que pintaron para la Real Fábrica de Tapices: Bayeu y Goya. Fue en 1775 cuando el genio de Fuendetodos obtuvo sus primeros encargos de la institución y desde aquel año pintó alrededor de 60 cartones, con las mismas dimensiones que las de los tapices a elaborar.

Las obras de la Real Fábrica estaban destinadas a decorar los palacios y residencias oficiales de la monarquía hispana (como el Prado, o El Escorial) pero también templos, como la catedral de Santiago de Compostela, cuyo museo catedralicio acoge algunos de los tapices de Goya. En cuanto a temas, los tapices recrean motivos decorativos con escenas agradables al espectador, tales como juegos y entretenimientos infantiles, acontecimientos de la mitología clásica, kermeses, cacerías, pero también majos y damiselas, escenas de tauromaquia y recreaciones campestres.

Y ya más cercanos a nuestros días, a los cartones para tapices de Goya hay que añadir, entre otros muchos, los del maestro cubista Juan Gris, los del genial José María Sert, los de Keiko Mataki, primer japonés que ha participado en la Real Fábrica con sus creaciones pictóricas, o los coloristas proyectos de Ágata Ruiz de la Prada.

Entre las obras de arte más relevantes de la Real Fábrica de Tapices a lo largo de su historia, se encuentra una extraordinaria copia de la colección de tapices de la villa ducal de Pastrana, en la provincia de Guadalajara. En esta magnífica colección de tapices se muestran algunos de los más destacados acontecimientos históricos del reinado de Alfonso V de Portugal, a finales del siglo XV.

Cuenca y Astorga

Por esta razón, durante la II República y bajo la presidencia de Manuel Azaña, se decidió que los tapices de Pastrana fuesen llevados a Madrid para su restauración. Corría el año 1932 y habiéndose interesado por estas obras de arte el entonces presidente de Portugal, Oliveira de Salazar, el presidente Azaña dispuso que la Real Fábrica de Tapices realizase una copia de cada uno de ellos, como regalo de la España republicana a nuestro país vecino. Dichas reproducciones se hallan actualmente expuestas en el Palacio de los Duques de Bragança de Guimarães.

Hace tan solo unos días que el actual director de la Real Fábrica de Tapices, Alejandro Klecker de Elizalde, anunciaba que la institución ha solicitado que el «nudo español», técnica de trabajo textil que en la actualidad solamente se desarrolla en los telares de la Real Fábrica, sea declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Esta técnica, con 2.000 años de existencia, tiene sus orígenes en Egipto y desde la antigüedad fue incorporada por los diferentes pueblos que han habitado la Península Ibérica. Debido a su complejidad, Cuenca y Astorga fueron las dos últimas ciudades de nuestro país que utilizaron el nudo español en su manufactura textil, pero la Real Fábrica de Tapices sigue utilizándolo como secular signo de distinción de su insuperable creación artística.