Opinión | Sala de máquinas

Misterio en Canfranc

Uno de los responsables de la cadena Barceló, y de instalar un nuevo hotel en la estación de Canfranc, afirmaba recientemente que la geografía del Pirineo aragonés es «única en el mundo».

Antonio Tormo Garrido no solo le da la razón, sino que describe tan minuciosa como literariamente algunos de sus parajes en una ficción novelesca, Las vírgenes de Canfranc, que leo con atención por sus interesantes aportaciones al género negro, de un lado, y por la misteriosa atmósfera, de otro, inspirada en los blancos paisajes invernales por los que transitan excursionistas, esquiadores, amantes de las especies naturales… o (en la novela) criminales en serie.

Las vírgenes de Canfranc, notablemente ambientada, ya digo, en esta pintoresca localidad de la montaña oscense, reúne una plantilla de personajes que destacan por su cosmopolitismo y variedad.

La mayoría de ellos son hombres y mujeres de mediana edad. Todos tienen un pasado detrás y han recalado en Canfranc procedentes de muy distintos lugares y experiencias. Uno de los protagonistas (como el autor en su vida real) destacó en la investigación molecular, con relevantes éxitos en Estados Unidos y publicaciones en las más prestigiosas revistas científicas. Junto con la acción, la traza de todos los personajes, sus episodios antiguos, actuales relaciones y amoríos, opiniones, el sentido del humor del que muchos hacen gala, las debilidades que casi ninguno deja de ocultar y las obsesiones que laten bajo esos complejos, secretos o deformaciones irá, párrafo a párrafo, enriqueciendo una trama con intenso componente psicológico.

Los crímenes, por supuesto, según sucede siempre en el género de los asesinos en serie, están ahí, acechando al lector, como a las víctimas, cada pocos capítulos, pero no ocurrirán al albur del destino, de la fatalidad o del capricho, sino como consecuencia de una perversa planificación.

En ese planteamiento, cuando el mal se instala en una mente calculadora, capaz de ingeniar un artefacto criminal invisible a los ojos de los demás, y de la propia policía (Guardia Civil, en este caso), la novela negra se refresca con un nuevo anuncio de la lucha entre el bien y el mal, tan igualado como para angustiar la lectura y precipitarla hacia su inesperado desenlace.

Misterio en Canfranc…

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