El Teatro Principal de Zaragoza ofrece estos navideños días el nuevo espectáculo de The Royal Gag Orchestra, una deliciosa oportunidad para iniciarse en la música clásica de la mano del humor. Combinación que ya habían ensayado con éxito otros grupos, como Les Luthiers, y que asimismo The Royal Gag Orchestra viene utilizando y actualizando con inteligencia, sentido práctico y, sobre todo, con mucho humor.

Poniendo sobre las tablas, para empezar, una formación sinfónica de músicos de mucha calidad —jóvenes maestros, casi todos—, que disfrutarán y harán disfrutar al público interpretando piezas muy conocidas, desde Carmen a El lago de los Cisnes, de Beethoven a Erik Satie.

Hasta aquí, todo convencional, correcto... Pero ese programa, en apariencia clásico, se irá revelando mucho más irreverente en la práctica al proponer constantes bromas y juegos —gags, en definitiva— en interactuación con los espectadores, cuyas sonrisas permanentes y más que frecuentes risas darán fe del hábil diseño del espectáculo.

Así, entre interpretaciones de legendarias partituras, guiños a la música del cine (las bandas sonoras de El Padrino, La Guerra de las Galaxias o El bueno, el feo y el malo subrayan los golpes de humor), didácticas píldoras sobre las características de los instrumentos, y aplausos, incluso pateos, integrados en las sinfonías y sonatas, esta muy original función concebida para toda la familia irá transcurriendo alegremente.

Una prueba más de cómo la cultura creativa y el teatro —cómico y musical, en este caso— asume la educación artística que a los españoles no se les imparte durante la enseñanza escolar. Nuestros bachilleres llegan a los grados superiores con una ignorancia total de la música clásica. Muy pocos conocen a los grandes compositores universales y sólo una minoría ha oído hablar o ha tenido la ocasión de disfrutar de los genios españoles, Falla, Albéniz, Granados, o de las aragonesas voces de Miguel Fleta o Pilar Lorengar.

Urgente sería reformar los planes de enseñanza para mejorar la calidad formativa de nuestros alumnos, pero es ésa tarea que los políticos se revelan incapaces de acometer. Así, los españoles deberán seguir formándose musicalmente por su cuenta o con ayudas como la de The Royal Gag Orchestra.