Es difícil finalizar un año e iniciar el siguiente, pues en realidad la diferencia es poca, por no decir nula. Sin duda, es un momento en que se llena de deseos positivos que nos hacemos unos a otros, pero, seamos sinceros, duran hasta que la realidad nos coloca en igual situación que la vivida hasta entonces, porque, en definitiva, estamos prisioneros de fórmulas que nos hemos creado para magnificar la fecha.

Sin embargo, no deseo que se entienda negatividad en lo expuesto, solo que sería bueno afianzarnos más en ciertos deseos, como en el modelo de convivencia que deberíamos tener. Hemos sufrido un año en el que el virus, en sus diversas cepas, no nos ha abandonado. Llevamos ya seis olas, como las hemos denominado, haciendo aprendizaje de cada una de ellas para intentar combatirlas de la mejor manera posible, pero esto, que responde a cuestiones naturales, se complementa con toda una serie de alborotadores descerebrados que con el Sol en lo alto del cielo niegan que sea de día. Es lamentable que no estemos todos empujando hacia el mismo lugar.

Solo vivimos una vez

Pero también nos encontramos con aquellos que defienden la economía por encima de la salud y la vida. Es como si el objetivo a alcanzar fuera ser rico aunque sea en una cama de hospital. En algún momento entenderemos que solo vivimos una vez y que no es necesario llamar a ninguna puerta para alcanzar el final porque este llegará para todos, por tanto, dediquemos el mayor esfuerzo a cuidar lo más valioso que tenemos, la vida.

Quiero expresar que, aun así, hemos sido capaces de hacer de 2021 un mejor año que 2020, por lo que tengo la esperanza de que el nuevo sea más positivo para todos nosotros. Sin embargo, no deseo olvidar y manifestar que nuestras obligaciones no terminan con la lucha que estamos haciendo contra esta pandemia, también es necesario que comprendamos que este planeta en el que vivimos es responsabilidad de todos y que debemos defender a quienes, por causas ajenas a ellos, se encuentran en una situación de desatención absoluta, y ahora me estoy refiriendo a las vacunas, porque el hecho de que todos los ciudadanos del mundo puedan acceder a ellas es garantía de protección para el resto, pero si les damos la espalda en algo que a nosotros también nos beneficia: ¿qué posición tomamos en el bienestar general? Me temo la peor de las respuestas.

Gregor

Equivocación

Y esas personas, que no reciben lo que los demás tenemos por derecho y que para ubicarlas socialmente en alguna parte las situaremos en lo que denominamos países no desarrollados, son aquellas que de una forma injusta sufren un modo de vida que incluso se aleja de lo imprescindible para subsistir, siendo nosotros quienes nos hacemos con sus recursos naturales y los expulsamos de nuestra placentera vida. Quizás algún día entendamos la grave equivocación e injusticia que estamos cometiendo y, además, afirmo que sucederá la necesidad que vamos a tener de ellos.

Pero antes de nada, entendámonos primero a nosotros mismos. He leído algo que ya venía observando: Europa se está fragmentando política y socialmente, y esto no deja de ser muy preocupante. No es posible que esta tendencia responda a ideologías, más bien son posiciones de un individualismo egoísta que genera trincheras de unos contra otros. Europa ha evolucionado, después de la segunda guerra mundial, hacia unos territorios que disfrutan de un bienestar social nunca conocido y un periodo de paz en democracia, con libertades y derechos que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo y, de alguna forma, esto ha generado ciudadanos acomodaticios y poco dados a pensar en el bien general.

No existen criterios ideológicos suficientes para que se puedan entender como lógicos la existencia de 19 grupos políticos en el Parlamento español. Esas situaciones que oficialmente responderían a matices en los modelos de sociedad son inexistentes, además, creo no equivocarme si afirmo que, al menos la mitad de ellos, revelan ambiciones políticas personales de sus líderes y cercanos, por tanto, no favorecen para nada, sino todo lo contrario, a la convivencia social.

Elección dispersa

Para conformar gobierno en muchos de los países europeos concurren dos circunstancias, la primera, la cantidad de tiempo perdido por una elección dispersa realizada por los ciudadanos, que mantiene paralizado el país y la segunda, que deben unificarse un número no pequeño de partidos con ideologías dispares y, en este caso, no terminamos de entender la política que se produce, una mezcla tan variopinta es la que resulta que como único objetivo es la conservación de su posición personal en el gobierno de turno. Y es que no se entiende cómo un instrumento base de la democracia como es el Parlamento no sirva como lugar de encuentro a través de consensos.

Ahora, y para terminar de entristecer el panorama político, resulta que ciertos territorios, basándose en la defensa de sus intereses, desean formar grupos que se presenten a las elecciones. Si esto da resultado, y parece que funcionará, el maremágnum pseudopolítico que se conforme será de órdago, y al final, como ya he mencionado en otras ocasiones, los paganos seremos los ciudadanos, aunque es cierto que también los promotores de esta situación por no ser capaces de poner orden cuando nos toca votar. Lo hacemos con un exceso de alegría. Esperemos que el 2022 sea un año reflexivo y con decisiones coherentes. Feliz 2022.