«De Marujita, de Josefita, de Miguelina…». Gloriosa canción del ochentero grupo de agropop No me pises que llevo chanclas. Deberían plantearse una nueva versión, con la letra adaptada a la realidad pandémica que nos devora los cerebros día a día. «¿Y tú de quién eres? De Moderna, de Pfizer, de Astrazeneca…». Y es que, en todas nuestras conversaciones de los últimos tiempos suena siempre el mismo soniquete cansino. Al que le sigue, ¿tienes ya la de refuerzo?, ¿te hiciste un antígenos o una PCR?, ¿te dio positivo? Los medios, alimentados por los gobiernos, no salen tampoco del bucle pandémico. Tanto repiten la misma monserga, que parece que en el mundo nada más importante que el covid esté aconteciendo. Queremos ciudadanos con máster en escenarios de pandemia, esos que presumen de titulitis aguda cada vez que presentan su pasaporte covid y cuestionan a todo aquel que no haya hecho méritos (pincharse todo lo habido y por haber, sin rechistar y por el bien común) para obtener su certificado, aquel con el que en el nuevo orden mundial posibilita a su propietario derechos tales como los de tomarse un vino en un bar, cenar en un restaurante, entrenar en un gym o bailar en una discoteca. ¿Perdonen? ¿Les parece normal ese control de la población, esa limitación de derechos fundamentales, ese lavado de cerebro programado también hasta para los más tiernos infantes? Demostrado ha quedado, que de nada sirve el puñetero pasaporte covid. Las tres comunidades con mayores tasas de incidencia, Navarra, País Vasco y Aragón, lo exigen en lugares de concurrencia pública, y ahí tienen el resultado. ¿Nadie va a pararse a pensar y decir hasta aquí hemos llegado? Les felicito por su doctorado covid.