Y de golpe, los políticos, a una, apoyan al ganadero. Se calzan botas camperas, un acolchado caqui y pontifican sobre el sector. Mira qué bien, porque en este país, desde la Mesta, no los mentaba ni Blas. No se debate, ojalá, se insulta a oídos sordos, por ver quien chilla más alto. Pero ahí que me uno a la piara, sin más currículo que el de haber nacido rural y haber conocido en propia carne esta desidia.

Leo y analizo lo que dijo el ministro y también lo que no dijo, pero que dicen que dijo. No es que lo vea descaminado, el problema es que acaba publicado que exportamos carne de baja calidad, y en un medio extranjero. Con las ganas que nos tiene la pérfida Albión. No sé si fue el periódico, el lobi cárnico o el demonio anti-bolivariano, pero la carnaza está dispuesta justo al inicio de la pre-campaña en Castilla y León. A falta de programa, que no de ideología, cualquier hueso sirve para escupir bulos o medias mentiras. Asistiremos a una cacería en la que se arrojen lechazos, ternascos, costillares… nunca chorizos, no vaya a confundirse el electorado.

Seguramente nuestra dieta esté saturada en carnes, y se podrá argüir que cada cual es libre de elegir menú. Lo que queda fuera de dudas es que su consumo en este primer mundo es insostenible, económica y ambientalmente. No sabría decir si cinco mil vacas sueltas contaminan menos que si estuvieran apretadas. Entiendo que no es rentable que el ganadero tenga que desplazarse a mil lugares. Claro que, si las arrejuntan, no será él quien las explote, sino el dueño de la macro granja, que nunca pisará un establo.

Quienes se disputan la hegemonía de las derechas, incluso quienes pretenden reconquistar el centro vaciado, acusan al ministro de intentar hacerse un territorio en las parcelas de la ecología y del feminismo. Del feminismo, digo bien, que acabo de saber que la defensa de la carne a ultranza está asociada al más rancio patriarcado.

Menudo follón, pero es que en este menú los platos no van aislados, aunque así nos los sirvan. La contaminación del Mar Menor, la obesidad, la despoblación y hasta la violencia de género, todo es uno. Se podrá hacer una caricatura, obviarlo un tiempo más, pero no estaría mal que se discutiera sosegadamente, sin presión electoral, porque, después de la campaña ¿a quién le importarán los ganaderos?.