La clase media es indispensable para que un país, cualquier país, pueda disfrutar de estabilidad y progreso. Es por ello que resulta especialmente preocupante el reciente estudio del Observatorio Social de la Fundación la Caixa que advierte del progresivo debilitamiento de la clase media en España, un deterioro que, si continúa produciéndose, puede acarrear serias y muy negativas consecuencias. En los últimos 30 años, el grupo de población con rentas medias ha ido perdiendo peso sobre el conjunto. Igualmente, la clase media española es proporcionalmente menor a la de los países europeos de mayores ingresos.

Una de las causas del adelgazamiento de la clase media hay que buscarla en el insuficiente relevo generacional. Los jóvenes que en los últimos 20 años han pasado a formar parte del mercado de trabajo han tenido menos oportunidades que en el pasado de encontrar empleo estable y con un salario suficiente. A los jóvenes españoles les resulta muy difícil encontrar trabajos que les permitan mirar al futuro con confianza y convertir en realidad sus proyectos vitales.

La clase media es indispensable para que un país, cualquier país, pueda disfrutar de estabilidad y progreso

La clase media ha ido perdiendo peso y las desigualdades económicas se han acentuado. Pese a no ser el país de la UE en que más disminuye la clase media, en España es donde el 10% más pobre ha caído más en relación con el 10 % más rico. El mercado de trabajo español arrastra, asimismo, un grave problema de dualidad: una parte de los trabajadores cuentan con empleos fijos y bien remunerados, mientras que el resto debe conformarse con empleos temporales y mal pagados. Las cifras aportadas por el estudio, cuyos autores son los profesores Olga Cantó y Luis Ayala, reflejan esa desigualdad en la distribución de las rentas del trabajo. Así, el 20% de los empleados acapara más del 43% del total de las rentas del trabajo por cuenta ajena.

La clase media es la que más contribuye a financiar los servicios vinculados al Estado de bienestar, como la sanidad, la educación, las pensiones y el resto de las políticas sociales. Estas mantienen la cohesión y evitan que la sociedad se polarice entre pobres y ricos, como hemos visto que ha sucedido en diversos países de Latinoamérica. Esa disparidad se traduce en una sociedad con unos servicios privados de calidad para los ricos y unos servicios públicos deficientes para pobres.

Esa fractura en la sociedad, con la falta de cohesión y corresponsabilidad que lleva asociada, acarrea consecuencias nefastas, entre ellas la erosión de la democracia y la inestabilidad política, alimentada por posiciones extremas y por la falta de una visión y unos propósitos compartidos.

Uno de los problemas de fondo de la economía española es que cuando se produce una crisis, como la de 2008, hay un incremento de la desigualdad que, en tiempos de bonanza económica, le cuesta mucho enmendar. Los problemas crónicos de la economía española no son fáciles de resolver, toda vez que tienen causas estructurales. Sin embargo, la reforma laboral del Gobierno de PSOE y Unidas Podemos debería servir, al menos, para rebajar sensiblemente el número de contratos eventuales y corregir parcialmente la dualidad existente en nuestro mercado laboral, escindido entre trabajadores de 'primera' y trabajadores de 'segunda'.