Llama poderosamente la atención el silencio social, mediático, deportivo e institucional que se ha instalado en todo lo relacionado con el Real Zaragoza. Las esperanzas que se depositaron en la Fundación 2032 en 2014, cuando se hizo con la propiedad del equipo, se han disuelto como un azucarillo en un vaso de agua. Van camino de ocho años de mediocridad en los que se ha puesto en entredicho su gestión en todos los sentidos y se ha dado una estocada a un Real Zaragoza cuya historia le sitúa en el puesto número siete del palmarés español de títulos oficiales.

Solo hay una faceta en la que se está obteniendo resultados: la Ciudad Deportiva. Esporádicamente ha permitido incorporar a jóvenes valores al primer equipo, aunque su concurso no ha servido para el crecimiento deportivo de la plantilla y la mejora del equipo; se han utilizado como recurso económico para ir reduciendo las deudas del club, porque según se está viendo, la Fundación se muestra incapaz de poner un céntimo que permita sostener estos jóvenes valores con los que conformar un equipo con futuro. Con este planteamiento, la afición, no sin disgusto, ha visto marchar a Ander Herrera, Vallejo, Soro, Guti, Pep Biel, Pombo o Carbonell, entre otros, que compitieron en el primer equipo. Del mismo modo, varios juveniles con proyección han salido de la Ciudad Deportiva en dirección al Real Madrid, Manchester United, Barça, Atlético de Madrid y algún otro equipo.

Campeón de España juvenil

A pesar de estas salidas, el Real Zaragoza juvenil se proclamó Campeón de España en 2019 con el concurso de los ahora componentes de plantilla del primer equipo, Francho, Francés y Azón que a la postre han llegado a la selección española sub-21 y a los que algún equipo ya les ha puesto ojo con intención de fichar.

Estamos muy lejos de aquellos tiempos en los que el Real Zaragoza subía a jugadores de la cantera a la primera plantilla en Primera División y los mantenía generando extraordinarios resultados deportivos y finalmente económicos porque algunos se traspasaron a mejores equipos. Así ocurrió con Víctor Muñoz, Juan Carlos, Lafita, Villarroya, Belsué, Cuartero, César Jimenez (se retiró por lesión grave) César Laínez o Zapater entre otros, que dieron tal resultado, que incluso alguno llegó a la selección nacional absoluta.

Mientras tanto hemos visto cómo la plantilla se conformaba con una enorme rotación de jugadores en paro, prestados, cedidos o próximos a su jubilación, que con todo el respeto que se merecen, han pasado sin pena ni gloria y no han aportado nada que no pudieran aportar los jugadores de la cantera a los que se les ha negado la confianza o se han utilizado como fuente ingresos. Y para aquellos que demostraron su valía, ni el más mínimo esfuerzo se ha visto en la Junta Directiva para conseguirlos en propiedad (Ángel, Borja Bastón, Borja Iglesias, William José...).

Mal final se presume para un club que creyó encontrar una vía al futuro cuando se conocieron los nombres que había detrás de la Fundación

No hace muchas fechas, surgieron de nuevo noticias de la posible venta del Real Zaragoza. Noticias poco claras y deficiente información sobre el verdadero alcance de la operación, dieron lugar al conocimiento de las desavenencias de los grupos de accionistas que no se ponen de acuerdo en lo que hay que hacer con el club. Mal final se presume para un club que creyó encontrar una vía al futuro cuando se conocieron los nombres que había detrás de la Fundación: grupos y personas solventes, en apariencia, que devolverían al Real Zaragoza al nivel que su historia exige. La realidad ha sido que han aportado muy poco. Su intervención sirvió para evitar su desaparición, pero su gestión ha sido triste, sin pulso y más parece una intención de que la deuda se pague con las miserias que genera la propia actividad del club o salvar sus intereses.

Tampoco se han conocido gestiones de la Junta Directiva para conseguir patrocinios o participación en el club de otras empresas que permitieran ampliar su base económica. Las hay en Zaragoza de primer nivel incluso internacional, que podrían haberse involucrado en un proyecto que excede el ámbito exclusivamente deportivo o económico por su importancia social. No se sabe, porque nada se dice ni se comenta, si la Junta Directiva ha tentado a estas empresas y se han negado o en realidad no han existido ni contactos. Lo cierto es que pasan los años y lejos de conseguir un proyecto para ascender, el equipo realiza ímprobos esfuerzos ¡¡¡para no bajar!!!

Enfermo crónico

Quizás hay que repensar qué hacemos en Aragón con lo que se considera de todos, aunque tenga escrituras de propiedad privada. Salvo las instituciones públicas, Pikolín, la CAI y esfuerzos de patrocinio de pequeños grupos, pocas aportaciones ha recibido el deporte en Aragón y el Real Zaragoza en particular, de empresas radicadas en Zaragoza. Así ha llegado a este punto como un enfermo crónico, sin apenas pulso que vaga por una categoría que no le corresponde y con un campo de fútbol público que no cumple los estándares de calidad que se exigen en el deporte actual. Y parece que va a ser, una vez más, el codiciado objetivo inmobiliario, con el que se quiere resolver su remodelación o la construcción de un campo nuevo, paradójicamente impulsado por el PP, que junto con el PAR paralizaron judicialmente la remodelación aprobada por Juan Alberto Belloch, alcalde de Zaragoza (PSOE) y Antonio Gaspar (CHA), responsable de Urbanismo en 2007.

Llama la atención el interés actual de los responsables públicos en remodelar el estadio, cuando el Real Zaragoza es una sociedad privada (en 2007 no lo era) y aunque siempre, con los debidos controles, es deseable la colaboración público-privada, puede ser contradictorio poner al servicio de una empresa recursos que posiblemente sean necesarios para atender necesidades de los ciudadanos en una situación de crisis como la actual.