Vamos a ver. El responsable de provocar un quebranto a las arcas aragonesas de 50 millones de euros con el asunto de la jubilación forzosa de los médicos, que levante la mano. Si no lo hace y permanece vergonzosamente callado, que sus adláteres le señalen con el dedo. Así veremos si sigue viviendo de la política o no. Nos enteraremos si por vergüenza torera en las filas del PP alguien asumió o va a asumir esa responsabilidad y si no, concluiremos que todos y todas ellas son responsables del desastre perpetrado en la gestión de la sanidad aragonesa cuando gobernaban. Un desastre fundamentado en su ideología y en su incompetencia. Venga, hombre, ya está bien. ¿Quién va a dimitir? ¿Quizás alguna de sus vociferantes portavoces? No eleven tanto la voz, que molesta su incoherencia y desparpajo. Cuanto más gritan pidiendo la dimisión de la consejera Repollés más ponen en evidencia su magnífico trabajo al frente del muy competente equipo que en Aragón ha gestionado la pandemia. Y consiguen que su club de fans aumente. A mí que me apunten, desde luego.

En este sentido somos muchos los que seguimos a pie puntillas sus recomendaciones, diga lo que diga el poder judicial. Si la Consejera pone restricciones al uso de bares y restaurantes, los míos y yo mismo, lo acatamos sin discusión porque estamos convencidos de que ninguna autoridad sanitaria persigue restringir derechos. Nunca he sentido atacada mi libertad ni con las decisiones tomadas en Madrid ni con las de aquí. Así que no necesito que nadie vele por ellos. Por el contrario, si algunos establecimientos cooperasen en vez de poner demandas, aceptando lo razonable de pedir el pasaporte covid, ofreciendo mayor seguridad a sus clientes, muchos más utilizaríamos sus servicios. Pero con la vía judicial no sé lo que consiguen. Y del poder judicial solo diremos que tienen mucha tarea por delante para recuperar una credibilidad perdida. Y ellos sabrán las causas.