Maravillosa melodía la del célebre británico, Elton John: 'Sorry seems to be the hardest word' (perdón parece ser la palabra más difícil). Aunque la realidad política, tanto la británica como la aragonesa, nos demuestra todo lo contrario. Ahí tienen al Guillermo «el travieso» que lidera Reino Unido. No se cansa de pedir perdón por las múltiples fiestas celebradas durante el confinamiento. Pero, claro, son excusables en tanto que no eran parties sino reuniones de trabajo «a lo grande». Un perdón algo diferente nos pidió el presidente de esta Comunidad en su discurso de fin de año, en el que se disculpaba por los daños de las restricciones, justificando todas las medidas anticovid (anti-derechos fundamentales) impuestas por el Ejecutivo, en pro de «anteponer la salud y la vida de los ciudadanos a cualquier otra prioridad». 'Excusatio non petita acusatio manifiesta': quien se excusa, se acusa. No hace falta ser muy listo para darse cuenta, que no tienen mejores resultados «los cuidados extremos» que el Reino de Aragón tiene para con sus súbditos, que aquellos que la señora Ayuso está teniendo para con sus ciudadanos. ¿Hace falta todo este tinglado aragonés? Nuestra responsable de Sanidad dice «yes». El TSJA responde «no». La Repollés acusa a los jueces de «boicotear al Ejecutivo por motivos ideológicos y de abusar de su opinión respecto a la situación epidemiológica». Ahí queda esa prenda, pero no pasa nada. Se pide perdón, y listo, porque «en política como en la vida, lo más difícil es reconocer los errores y pedir disculpas por ello», así le sacan la cara los suyos. No, no, no. Lo más difícil es aceptar las limitaciones de cada uno y obrar en consecuencia. Pero, resulta más fácil, pedir perdón, y decir adiós a la dimisión.