Los expertos en salud mental están que no dan abasto. Desde que conocimos el coronavirus la patología mental se está disparando hasta el punto de que muchos dicen que estamos viviendo una auténtica pandemia paralela. Surgen nuevas enfermedades, aunque leyendo su descripción son nada más y nada menos que las de siempre: insomnio, ansiedad, apatía, miedo, fobias … Pero, claro, esta realidad en nuestro país está tan estigmatizada que estas que brotan a consecuencia de la covid parece que deben de ser más socializadas que las de siempre. Vamos, que el que las padece no tiene la culpa. Como si en las de siempre la tuvieran.

¿Dónde creen ustedes que está la causa? No se trata de buscar culpables, por supuesto, pero si soluciones y, sobre todo, plantear acciones y políticas anticipadas, aunque a estas alturas de la película creerán que soy una ilusa porque lo de la prevención no va mucho con nuestra sociedad.

Desde luego que hay una parte de la población que las está pasando canutas, sin poder retomar su actividad de subsistencia, empobreciéndose como nunca hubieran imaginado. Y no es que lo diga yo, es que esta misma semana informes bien avalados como el FOECSA nos lo anuncian a gritos. Lo raro sería que no les afectara. Lo preocupante es que sabiéndolo no puedan acudir a un psicólogo del sistema público e, incluso, psiquiatra o tengan que esperar más de un año para hacerlo. Nada que ver con el incremento de suicidios, pensarán algunos.

Pero hay otra parte que en principio podría vivir de manera más o menos acomodada y está viviendo estos múltiples síndromes a los que no paramos de ponerles nombres acusadores. El distanciamiento, el miedo a la enfermedad, el contagio, la limitación de la vida social… Una cosa es que nos afecte y otra que acabe convirtiéndose en una auténtica patología, que es lo que será sí no hacemos nada o intentamos matar las moscas a cañonazos, es decir, «empastillando» al personal.

Venimos de un sistema de salud mental pobre, que poco ha apostado a lo largo de la historia por la cura con antelación y, claro, ahora es prioritario salvar la vida de la gente, pero llevamos un año y casi once meses con un continuo bombardeo de alertas sin ver la luz al final del túnel. El Resistiré del Dúo Dinámico ha dado paso al Sobreviviré de Mónica Naranjo. O ponemos en marcha ya un Plan de salud mental que aborde a toda la población desde la más tierna infancia, o acabaremos, eso, sobreviviendo, pero convertidos en una sociedad mentalmente enferma. Desde mi rincón creo sinceramente que la falta de cuidado en la salud mental que está acarreando esta pandemia es consecuencia de la falta de inversión previa que hemos hecho años atrás. Vamos, que, de aquellos barros, estos lodos. Ya llegamos tarde para ponerle remedio, pero, más vale tarde que nunca. ¿Nos ponemos ya o nos lamentamos en el futuro?.