Con un par, los camioneros canadienses han salido en defensa de sus libertades fundamentales, plantando cara a su Gobierno, dirigido por un tremendo cobarde, que se esconde cuando ve la cosa revuelta. ¿Qué clase de dirigente es ese perfil que se extiende por todo el mapa terráqueo? Vergonzoso, vergonzante, repugnante. Vacunación obligatoria, sí, pero para toda esa banda de indocumentados gobernantes, lacayos de las farmacéuticas y otras hierbas inclasificables, chupasangres al mando del planeta. Aunque siempre hay diferencias. Por lo menos, en Canadá, la oposición ha dado apoyo a las manifestaciones y entendido que la maniobra de Trudeau se trata de una extralimitación del Gobierno. Aquí, en España, la gran mayoría de nuestra clase política agacha la cabeza y traga con las sucias estratagemas pertrechadas por el Ejecutivo de Sánchez el Oscuro. Y ahí tienen ustedes el resultado: convalidación del decreto que establece el uso obligatorio de mascarillas en exteriores, todo ello sin el aval de ningún informe científico que certifique que la medida es eficaz, dado que aquí solo cabe, la palabra de la sabia diosa Darias, muy formada ella en esta materia. No sirve de nada hablar de decreto-chantaje (pues se han mezclado asuntos como la revalorización de las pensiones, con la ratificación del embozalamiento de la población per saecula saeculorum), y luego dar el parabién, como lo han hecho los peneuveros descafeinados del siglo XXI, los Compromís y los BNG (patéticos todos). Por no hablar de los ERC, EH Bildu y los Más País, que se han abstenido. Váyanse todos al carajo. Urgente un freedom convoy español. Pónganse las pilas señor@s del PP, Vox y Ciudadanos, que hasta ahora no han demostrado tener ni recursos (que los hay), ni collons.