Del 9 de enero al 6 de febrero de este año se celebra en Camerún la Copa Africana de Naciones, el torneo de fútbol de selecciones más importante que tiene lugar en ese continente. Uno de los países participantes, Burkina Faso, ha cambiado de gobernantes mientras se desarrollan los partidos ya que el 23 de enero ha habido un golpe de Estado y algunos militares se han hecho con el poder. Si nos fijásemos solo en los 24 países participantes en el campeonato, más o menos los más importantes de África, la inestabilidad política está presente en casi el 50%. Si extendiésemos nuestra mirada a los 58 que forman el continente (según quien haga el recuento ya que varios de ellos no están reconocidos por las instituciones internacionales) veríamos que no hay regímenes políticos democráticos al modo occidental en un porcentaje superior al citado.

África es en estos momentos el continente más inestable del mundo, pero los problemas no se circunscriben solo a ese entorno geográfico. Salvo en Oceanía, donde hay estabilidad y democracia (aunque algunos aborígenes no lo aprecien así), en el resto del mundo tenemos problemas políticos muy graves.

Si posamos nuestras miradas en lo más inmediato, Ucrania, ya expresé mi opinión en estas páginas la semana pasada, sin ser exhaustivo por la limitación de espacio, y sin que a estas alturas sepamos lo que va a ocurrir. Por completar lo ya escrito me gustaría exponer mi opinión sobre algunos actores que solamente cité entonces. Los EEUU, jugador principal, sin duda, pero no es el agresor. Creo que se equivocan los que citan el «no a la guerra» español de 2003 ya que entonces muchos, yo entre ellos, nos manifestamos contra una guerra en la que España estaba siendo cómplice del agresor. No debemos olvidar que en toda decisión grave, como sería una intervención armada en Ucrania, hay factores internos, la popularidad de cada presidente, por ejemplo, pero hasta la fecha no creo que debamos ponernos enfrente de Joe Biden por este conflicto. Alemania y Francia, los dos países más importantes de la Unión Europea, actores también de peso en lo que pueda ocurrir en Ucrania. Hay quien dice que están atendiendo más a sus ciudadanos que a los ucranianos, y yo no me atrevo a decir que no sea así.

Gregor.

Con un gobierno aterrizando y unos intereses económicos, gasísticos sobre todo, de mucho peso, el canciller Scholz está siendo prudente y en Francia las próximas elecciones presidenciales están condicionando el papel de su presidente y candidato, atento al este europeo con un ojo y con otro a las encuestas. Nos podrá parecer mal, pero tenemos que aceptar que sea así. En nuestro país hubo una comparecencia parlamentaria del ministro de Asuntos Exteriores, Albares, explicando la postura del Gobierno. Lo más llamativo, para mí, en las intervenciones que se produjeron fue la del portavoz de Unidas Podemos que afirmó que la solución sería conseguir un estatus de neutralidad para Ucrania. ¿Veríamos con buenos ojos que se impusiera a los ucranianos un papel que no es el que ellos quieren? ¿La presión de Putin nos llevaría a aceptar esta solución?

Me gustaría detenerme en la postura China. Su aliado, el presidente norcoreano Kim Jong Un, lleva años probando misiles de medio y largo alcance. Su objetivo, hipotético, es Japón. Además tiene baterías desplegadas con sus cañones orientados a Corea del Sur. Y China le protege. Los talibanes que gobiernan Afganistán cuentan con una interlocución privilegiada con los dirigentes chinos. ¿Cómo actuarían las autoridades del gigante asiático ante una invasión rusa de Ucrania? Creo conveniente citar que en los últimos años este país ha estado gastando cerca del 7% de su PIB en presupuesto militar (en España falta bastante para llegar al 2%).

Si seguimos con Asia, allí están Afganistán, Pakistán, Cachemira, Siria, Israel-Palestina, Irán, Irak, algunas repúblicas exsoviéticas conflictivas, y, por no ser exhaustivo, acabaré recordando que en Filipinas tienen a un presidente tan inclasificable como Rodrigo Duterte.

Antes he escrito una referencia a los EEUU, pero no estaría de más hacer alguna reflexión sobre el futuro de este gigante. El retroceso en derechos civiles es más que evidente en algunos estados. El partido republicano está inmerso en un caos difícil de definir y con Donald Trump jugando a asustarnos con su regreso. En el resto de América, Nicaragua, El Salvador, …., Centroamérica en general, están en una fase de clara involución democrática. Y en el Sur, Maduro sigue expulsando a millones de venezolanos al exilio, Bolsonaro y su Gobierno «celestial», la dictadura cubana...

Una mirada al mundo actual a muchos nos produce pavor. Los creyentes pueden rezar, pero los demás lo tenemos un poco más difícil.