Ya han vuelto los viajes del Imserso. Por fin nuestros mayores pueden lucir sus cuerpos al sol, darse largos paseos a la orilla del mar, visitar ciudades disfrutando de la preciosa multiculturalidad de nuestro país y marcarse unos bailes al más auténtico estilo Travolta y Uma Thurman en Pulp Fiction, por aquello de que la mascarilla y la distancia sigue estando presente.

Mis padres ya han vuelto de su viaje, aunque tengo dudas si nos estarán contando la verdad o nos mienten y han estado en alguna pijoclínica de rejuvenecimiento, ya que ha sido salir de aquí y volver con una apariencia de varios años de menos.

Realmente es por contarlo con un poco de gracia porque nuestros mayores lo que necesitaban es tirar millas y airearse ya que como algunos bien decían «de covid no nos moriremos, pero de soledad y tristeza, sí».

En nuestra familia hemos podido compartir este reencuentro de los abuelos con el mundo exterior a través de la red familiar de WhatsApp, con los mensajes, el envío de fotos y las videoconferencias. ¡Menudo cambio! Con sus limitaciones llevan dos años de inmersión digital y nos encontramos ante un nuevo paradigma, el Imserso 2.0. Qué gozada poder mezclarse en su disfrute.

La soledad, el gran mal de nuestros mayores, desde luego se ha hecho más evidente con el encierro pandémico, pero ya existía

La soledad, el gran mal de nuestros mayores, desde luego se ha hecho más evidente con el encierro pandémico, pero ya existía. Aunque estés acompañado, si tu vida tiene que transcurrir en 60 metros cuadrados y si tu actividad se limita al mínimo vital, la situación de vacío existencial puede llegar a ser patológica y eso es un grave problema social.

Dicen que el 39,8% de las personas de más de 65 años presentan soledad emocional y eso son nada más y nada menos que 2,5 millones de personas. Vamos, lo que viene a ser una autentica pandemia.

Desde mi rincón pido que no solo apostemos por la 'NextGeneration' sino también por 'ThisGeneration', invirtiendo en la salud física y mental de nuestros mayores a través de políticas de envejecimiento activo, y por supuesto en sus viajes, que les llenan de alegría a ellos y llenan las calles de pueblos y ciudades de sonrisas y vida.

El esfuerzo que nuestros padres y madres, abuelos y abuelas han hecho para que podamos disfrutar del Estado de Bienestar que tenemos bien se merece que entre todos aseguremos un nivel de calidad de vida digno para ellos.