Hay un reloj en la plaza de las Canteras que siempre marca la misma hora: las siete menos cuarto de la tarde o de la mañana. Vaya usted a saber: según la hora que pasen por ahí los viandantes. Es un reloj de manillas que no se mueven desde hace años. Lo único que parece marcar es el abandono de este popular barrio zaragozano. Yo paso por allí a menudo a pie o en bus y lo único que leo en su gran esfera es que en Torrero se detuvo el tiempo.

Para los del barrio supongo que ya es como un icono, junto con la contundente estatua del Cantero. Las animadas terrazas que ocupan la plaza al sol son completamente indiferentes a la parálisis del reloj. Se ha convertido en algo invisible que nos habla de un barrio de la ciudad desdibujado, parado en su historia, resistente al cierzo y al olvido, donde el progreso urbanístico no existe ni se le espera.

Privilegio natural

Tampoco existe la estética entendida como gozo de los sentidos o disfrute de la armonía de las cosas bellas. Afortunadamente siempre hemos disfrutado de los Pinares y de la cercanía del Canal Imperial. Un privilegio de la naturaleza que resiste a sus escasos cuidados y mantenimiento. Algunos, que residimos cerca, pensamos que es mejor que no los toquen. No vaya a ser que la fastidien.

Los de Torrero estamos hartos de plazas duras y pavimentos rotos

Y hablando de estética quiero decir alto y claro que es una auténtica vergüenza la ausencia de flores, colores y alegría visual en sus calles y plazas en general. Y en particular, señalar la infrautilización, dejadez y deterioro progresivo de la plaza de la Memoria histórica en terrenos de la antigua cárcel –hoy espacio alternativo que programa actos culturales y conciertos– y que se cierra por otro lado con los bloques de viviendas gestionados por Zaragoza Vivienda. Pues bien, ahí en medio, permanece también varado en el tiempo un gran solar vallado que solo se usa como estercolero para que los dueños de perros los suelten y se alivien de sus necesidades. Un auténtico bochorno que lleva años acumulando porquería y descuido a los ojos cerrados del ayuntamiento y de la constructora, propietaria del terreno.

Hartos

La plaza de la Memoria histórica exige respeto, cuidados, flores, y dedicarle más de un pensamiento para honrar su nombre. Los de Torrero estamos hartos de plazas duras y pavimentos rotos. También queremos tener flores, árboles y un poco de belleza para vivir mejor. Reconozco que frecuento habitualmente los paseos de Fernando el Católico, Gran Vía, incluso el elegante paseo de Sagasta, por gusto y por trabajo. Y es otro mundo. En estas vías del ensanche de Zaragoza se puede disfrutar de exposiciones de cartelería cultural, hermosas flores en sus parterres, decoraciones florales a ambos lados del tranvía, bancos cómodos para sentarse, músicos callejeros con su arte ambulante (¡bienvenidos sean!) y del buen ambiente de una burguesía acomodada y satisfecha. Entonces, me pregunto: ¿Para cuándo algo de belleza en Torrero? Ya nos toca señor Azcón. Lo único moderno y útil que tenemos es Mercadona. ¡Menos mal! .