Estamos asistiendo a la voladura interna de la dirección del PP que alcanzó el poder en 2018 de la mano de Pablo Casado después de unas primarias complicadas en las que venció a Soraya Sáez de Santamaría que había ganado en la primera votación. Los votos de los compromisarios dieron la vuelta al resultado y Casado fue ganador en el congreso apoyado por la candidatura de María Dolores de Cospedal. Núñez Feijóo, que se retiró de la carrera en el último minuto, se marcho a su Galicia después del Congreso dejando la frase «Ahora a coser». Parece que en este nuevo escenario vuelve como «hombre de partido» y deberá traer «su aguja e hilo gallegos» porque el tiempo ha demostrado que Pablo Casado no ha sido buen sastre y lejos de coser las heridas de aquel Congreso no ha sabido hacerse con el control de un partido que a la vista de los resultados da la sensación que se la tenía jurada. Posiblemente recuerde estos días que una de sus frases en aquel congreso ha sido la espoleta que ha explotado y puesto fin a su carrera como presidente del PP: «Aquí no cabe ni un solo corrupto».

Pocas propuestas

Minuto a minuto los medios de comunicación han ido relatando como Pablo Casado iba perdiendo apoyos, dimisiones en su núcleo duro, en puestos de confianza y peticiones en su contra desde las baronías o desde su grupo parlamentario, de esos fieles diputados que cada sesión de control en el Parlamento lo jaleaban y vitoreaban junto a su fiel Teodoro García Egea, en sus enfrentamientos y digo bien enfrentamientos, porque propuestas pocas, con el banco azul. Parece que lo importante no era lo que decían sino quien lo decía, por que el destino de los mensajes no era contribuir a la resolución de los graves problemas que ha atravesado el país (pandemia, volcán, crisis social...) sino desgastar al gobierno con sus reiteradas referencias a su legitimidad. Así ha ido gestionando el PP lo que en otros tiempos se llamó la leal oposición y de paso mirando por el retrovisor a Vox que sin grandes esfuerzos se acerca a velocidad de crucero, en las encuestas y también en los escaños como se ha visto en Castilla León. A nadie se le oculta el fallo de estrategia en el que ha incurrido el PP, que tras la alegría por el contundente triunfo de Ayuso en Madrid y en su intención de eliminar a Cs, se ha quedado a merced de la extrema derecha en las últimas elecciones autonómicas de Castilla León. Da la sensación que Pablo Casado apostó por unas elecciones anticipadas porque Ayuso se había convertido en una piedra en el zapato que podía amenazar su liderazgo y a quien debía controlar.

Da la sensación que alguien ha dicho basta y todas las fuerzas se han configurado en la misma dirección: la salida de Pablo Casado

La recta final. Han sido unos días frenéticos precedidos de filtraciones, declaraciones a medias, rumores sobre espionajes, dimisiones y un dosier que parece ser que implicaba a presuntamente a la presidenta de la Comunidad de Madrid en un caso de corrupción con un familiar. Según se está contando, esa información ya había circulado por los medios hace un tiempo e incluso alguno de ellos había contactado con el hermano de Isabel Diaz Ayuso sin encontrar «mucha chicha» donde rascar, al menos aparentemente. La dura entrevista de Pablo Casado en la COPE acusando de corrupción a su compañera de partido y la apertura de un expediente, se ha convertido en un bumerán que le ha estallado en su línea de flotación y provocado un cataclismo en el interior de un partido llamado a ser fuerza de gobierno. Da la sensación que alguien ha dicho basta y todas las fuerzas se han configurado en la misma dirección: la salida de Pablo Casado y su equipo de la dirección del partido. ¿De dónde ha salido esa voz que en menos de tres días ha cambiado la dirección de punto de mira?

En este estado de cosas y con la confusión que se ha creado en el PP, ha pasado a un segundo plano el motivo que desencadenó todo este proceso, ni más ni menos que un presunto caso de corrupción que podría salpicar a la presidenta de la Comunidad de Madrid y sobre el que la Fiscalía Anticorrupción ha abierto una investigación «por si los hechos denunciados pudieran llegar a ser constitutivos de delito». El resultado de las investigaciones servirá para determinar si existieron comisiones ilícitas o puede ser una relación mercantil legal, aunque éticamente reprobable, al existir una relación personal tan cercana entre quien contrata y el beneficiario de la contratación. Ahora queda la duda de saber quién y cómo hizo llegar a Pablo Casado los datos de la presunta irregularidad cometida por el hermano de Isabel Díaz Ayuso, si los datos eran reales o si formaban parte de una estrategia tomada desde dentro del PP con el fin de quitar de en medio a Pablo Casado y a su equipo. En todo caso cabe preguntarse la torpeza de Casado y sus colaboradores a la hora de comprobar si unos datos que llegan por un cauce anónimo son creíbles o si en la dirección del partido se pasaron de listos y quedaron ciegos ante la ocasión de mover de la silla a la estrella rutilante de Madrid que le podía disputar el poder y a ello se lanzaron sin ningún miramiento.

Condena por corrupción

Pablo Casado llegó a la presidencia del PP después de que Mariano Rajoy perdiera el Gobierno de España por una moción de censura y tras una condena del partido por corrupción. Ahora se ve en la tesitura de salir de la presidencia por denunciar públicamente un presunto caso similar. ¿Alguien lo entiende? Y ¿qué pasará en el PP y pensarán votantes y ciudadanos si Anticorrupción descubre irregularidades en el contrato que está investigando?

Cuando Pablo Casado se hizo con el poder en el partido, el PP estaba roto, sin futuro electoral y con un duro camino por recorrer. ¿Será posible que alguien haya decidido que Pablo Casado ya ha hecho el trabajo sucio desde la oposición y toca un cambio de peón? ¿Quién mueve los hilos en el PP? .