Lo cierto es que, no muy lejos de donde físicamente nos encontramos, ha comenzado una guerra. Donde se destrozan proyectos vitales presentes y futuros y sí, efectivamente mueren personas. De toda clase y edad, de toda condición. Y que este hecho hace que todo, absolutamente todo con las lógicas salvedades más personales e íntimas, quede en un segundo plano. Todo se vuelve, como sociedad que vive en un mundo global, secundario, residual.

Pero también es cierto que, previo al inicio de la guerra y no hace tanto tiempo atrás, se habían producido unas elecciones en Castilla y León en la que el Partido Popular había resultado vencedor, pese a que no llegó a contar con el margen deseado. Todo y que nos cueste incluso acordarnos de ese momento, máxime si consideramos lo extraordinario y convulso del período en cuestión desde entonces para la citada formación y los avatares que ha sufrido desde aquel preciso instante, convendría no olvidar las feroces y veladas críticas realizadas desde diferentes altavoces y medios de información acerca de los extraordinarios resultados obtenidos por la formación Soria ¡Ya! así como por la Unión del Pueblo Leonés (UPL).

Una mutación de la democracia

Por lo visto parece ahora que, para sectores próximos al bipartidismo, este tipo de formaciones son poco menos que una mutación de la democracia, un virus que hará que nuestras instituciones caigan en el más absoluto de los desgobiernos, en la inacción, en el caos.

Cantonalismos, localismos, agrupaciones provinciales, grupo de amiguetes, que si pasaba el señor de Teruel, que si en Palencia y Zamora no hace tanto frío, etc., adjetivos todos ellos con un claro componente despectivo, paternalista y condescendiente, como si tuvieran menor legitimidad que los partidos de ámbito nacional que se presentan por ejemplo en comunidades autónomas uniprovinciales, que no olvidemos hay hasta siete más las dos ciudades autónomas (nueve de diecisiete). Como si los ciudadanos que hubieran votado a estas formaciones tuvieran menor criterio que aquellos que confían su papeleta a aquellas formaciones que, a la postre y en muchos casos, acaban haciendo exactamente lo contrario a lo que se comprometieron en sus respectivos programas y campañas electorales.

¿Por qué no preguntarse qué ha sucedido en una provincia como Soria para que haya perdido un 60% de su población desde comienzos del pasado siglo XX?

¿Por qué no preguntarse qué ha sucedido en una provincia como Soria para que haya perdido un 60% de su población desde comienzos del pasado siglo XX? ¿Qué ha sucedido para que la densidad de población de Soria, de 9,2 hab./km2 fuera, con datos de 2008, diez veces menor que la densidad de población de España (91,2 hab./Km2) y tres veces menor que la de la propia Castilla y León (27,1 hab./km2)?

¿Acaso puede extrañar a alguien que hayan obtenido 3 de los 5 procuradores en liza, fruto de un inmenso 42,3% de apoyo en toda la provincia? ¿De veras les extraña que se haya impuesto como formación más votada en 93 de los 183 municipios de la provincia? ¿Qué respuestas han sabido dar los partidos tradicionales a este territorio para evitar la sangría poblacional y el empobrecimiento socioeconómico de la provincia?

Intereses diferentes

Al hilo de esa extrañeza cabría preguntarse si, en puridad, defienden intereses diferentes a los esgrimidos en el Congreso de los Diputados por formaciones tan notables, respetadas y comprometidas con el país (permítaseme el sarcasmo) como los partidos nacionalistas vascos y catalanes. ¿O los canarios? ¿El Sr. De Compromís? ¿Las Mareas? ¿UPN? ¿Quién está legitimado para poner el límite cuantitativo, en este caso además en la región más grande de toda Europa?

Efectivamente cuesta entender que esas formaciones, no olvidemos de carácter nacional y con alternancia de gobierno durante los últimos cuarenta años, se rasguen ahora las vestiduras ante el fenómeno en cuestión, tratando de desacreditar por medio de sus altavoces más próximos el mismo cuando no han hecho más que alimentarlo durante décadas, dejando en el olvido al territorio y a su gentes, fomentando e incentivando primero una emigración masiva y después, ahora, sí en la actualidad, de sus jóvenes más y mejor formados. Sin soluciones; sin alternativas, sin posibilidad de ofrecer un proyecto vital atractivo que evite la sangría.

Honestamente, ¿aún les sorprende?.