No todo ha sido malo en el tiempo de clausura «pandémica». Ha supuesto reposo y tiempo para releer novelas añejas, relatos clásicos, películas de antaño e historia contemporánea. También, actualizar y renovar los progresos experimentados en mi especialidad profesional. En fin, he abierto mi «cerebroteca» y recordado «grabaciones» y pensamientos vividos, pero no editados, o secretos de mi rebelde juventud. Todo, gracias a la pausa y a una eficiente tecnología. Y esto he sacado en conclusión.

Los nuevos avances aceleran la decadencia del humanismo, pero permiten revisitar la historia más reciente y seguir al minuto la neobarbarie humana, que algunos de los líderes políticos llaman progresismo, en clara confusión con el progreso.

Más pretensiones que resultados

Se intenta, cada vez con más intensidad, hacer maquinales los recuerdos, los testimonios y evidencias, las poesías y amores bucólicos y los desamores políticos. Con más pretensiones que resultados. Está de moda idolatrar a fantasmones y a mitómanos electoralistas, a actores mediocres y a feministas de esa variedad pavorosa que más bien ratifica la igualdad de géneros, por ser la contraparte del machismo espantoso. En mi opinión, en esta clase de activistas predomina una imagen definitoria, física, psíquica e intelectual.

Mi hemeroteca cerebral (cerebroteca) se ha activado estos días y despierta con la inquietud de readaptar el pasado al ciclo final de mi vida. Por razones fáciles de entender, evoco el socialismo ilusionante de la Alemania en que viví el siglo pasado, que permitió seguir caminado adecuadamente. Ahora veo que un personaje, en la estela de los discípulos de Stalin, prolonga su ideología y forma de actuar, mientras Europa trata el caso desde su nube, cuando es una guerra premeditada… y consentida por todos. Las ideas no son culpables, lo son quienes las ponen en práctica.

Pienso en la calidad de nuestras democracias occidentales. ¿No saben o no quieren administrarse y crear conjunciones sólidas? ¿Es posible remediarlo?

Incompetencia

Que nadie se extrañe si ante tanta incompetencia encarnada en los gobernantes surge algún liderazgo que usa los mecanismos del sistema democrático para manipularlos desde el interior y fabricar patriotismos a su propia medida. Esos oportunismos existen y ya han amagado entre nosotros, aunque aún no hayan sido capaces de crear ilusiones duraderas en un cerebro inteligente, por no saber cómo organizar el teatro de la vida, la comedia social y el sainete político.

Esos oportunismos existen y ya han amagado entre nosotros, aunque aún no hayan sido capaces de crear ilusiones duraderas en un cerebro inteligente

La configuración del ser humano ha requerido milenios de esfuerzo, estudio y dedicación, capacidad neuronal –genética o adquirida–, armonizada con la experiencia del tiempo. Eso la ha inundado de grandeza y generosidad –aunque no solo de eso–, según entienden la mayoría de los historiadores y genetistas.

De flores y ramas de aromas diferentes, se puede conseguir un perfume común que reafirme las esencias democráticas frecuentemente prometidas y casi nunca cumplidas. Es necesario eliminar las chicharras políticas, que cantan y no producen, antes de que destruyan el origen del aroma que produce el perfume de nueva espiritualidad, de convivencia social, tan necesario e insustituible en el puré ideológico que nos envuelve cada día un poco más.

Conjunto armónico

Es un aroma ambiental formado por el conjunto armónico de las actividades laboral, política, social, cultural y científica, que delataría automáticamente el rotundo fracaso de la interesada y oportunista coalición que nos gobierna (es un modo de hablar). El Gobierno carece de la mayoría de las condiciones que deben poseer quienes pretenden administrar una sociedad madura. Eso significa regirse por los principios de trabajo y mérito demostrados con orden y esfuerzo, para llevar a buen rumbo el país, su economía, cultura y ciencia, así como la seguridad nacional y ciudadana. Todo, con independencia de las creencias e ideologías de sus electores. Se gobierna para el conjunto o se gobierna mal.

Estas han sido las admoniciones que me dirige mi cerebroteca, realimentada por las pausas obligadas por la pandemia y tras refrescar las enseñanzas del pasado. ¿De veras está la política creando un futuro prometedor para las generaciones venideras y las que ya han llegado e inician su hemeroteca cerebral y tecnológica?