La editorial Reino de Cordelia ha dado a la imprenta, con una impecable traducción de Susana Carral, 'Autobiografías', una serie de textos biográficos en los que el poeta irlandés Willian Butler Yeats reflejó distintos períodos de su vida.

Lo hizo con la misma belleza y precisión, con el mismo romanticismo y melancolía con que supo teñir sus poemas y diálogos teatrales, y con la misma lucidez y elegancia de sus ensayos. Todo lo cual convierte esta lectura en una fiesta para los sentidos, además de en un instrumento insustituible para adentrarnos en el alma de W. B. Yeats.

Espíritu que, para una mayoría de irlandeses aficionados a las bellas letras, sigue siendo el más definitorio de su cultura original, la voz que con mayor fidelidad y sonoridad supo acercarse a las fuentes del tronco cultural céltico del que procede Irlanda, y beber en sus más puras y primitivas fuentes. Poemas como 'Innisfree', 'La isla del lago', 'El peregrinaje de Oisín' o el 'Libro de poemas irlandeses', no solo recogieron la tradición celta, sino que la interpretaron y modernizaron a la manera en que los pintores prerrafaelitas quisieron recuperar los motivos y estilos pictóricos previos a la clasicista pátina del Renacimiento.

El propio padre del poeta, John Butler Yeats, fue uno de esos destacados pintores prerrafaelitas que convulsionaron el escenario artístico de mitad del siglo XIX

El propio padre del poeta, John Butler Yeats, fue, con Rosetti o Waterhouse, uno de esos destacados pintores prerrafaelitas que convulsionaron el escenario artístico de mitad del siglo XIX, sembrando para la segunda mitad, también para la literatura, tendencias que, en el caso de su hijo William, se aplicarían a la poesía irlandesa.

En 'Autobiografías', Yeats rememora su infancia en Sligo, Dublín y otras ciudades y localidades de «su» Irlanda; describe a sus familiares y a toda clase de tipos pintorescos que animaron su adolescencia; y, de manera impagable, nos habla de otros autores como Henley, Verlaine, Bernard Shaw, Rabindranath Tagore, Oscar Wilde o William Morris, a quienes conoció y trató personalmente. Lo hace con cariño, pero también con espíritu crítico, dejando claras sus opiniones acerca de sus obras o manifestaciones, en particular cuando eran contrarias. Muy aficionado al ocultismo, a la teosofía y el espiritismo, el propio Yeats explicó en sus páginas autobiográficas el origen de tales inclinaciones y estudios, así como de su vocación y profesión poética.

Un gran libro.