El presidente del COI ha declarado que el deporte «puede llegar a ser un poderoso símbolo de paz y comprensión. Puede ser una inspiración de cuán pacífico podría ser el mundo si todos respetáramos las mismas reglas y los unos a los otros». Pues sí, de acuerdo. Pero en estas circunstancias, cuando las imágenes de las fosas en Ucrania, de las bombas cayendo sobre hospitales, del sufrimiento inmenso de la población civil en los sótanos o intentando huir, de las refugiadas, madres y niños principalmente, cuando esas imágenes nos amargan la incipiente primavera... lo de los juegos olímpicos es un delirio. Que en medio del impacto de la guerra en nuestras empresas y en las economías familiares, de la subida de los precios, sumidos en la incertidumbre generalizada, con Europa conteniendo el aliento y el mundo, todo él, afectado y expectante, el Sr. Pere Aragonès nombre coordinadora del proyecto «Pirineus-Barcelona 2030» pues estupendo, enhorabuena a la premiada. Y dicho eso, váyanse los dos a comer unos calçots para celebrarlo, acompañados de un buen cava y a ser posible en la cumbre más alta del Pirineo catalán.

Hay políticos que no saben en qué mundo viven y lo demuestran cada vez que abren la boca

Hay políticos que no saben en qué mundo viven y lo demuestran cada vez que abren la boca. Sí, sí, ya sé que es una candidatura para el 2030 y que no se improvisa, y que la guerra, aunque no sabemos cómo ni cuándo, terminará. Pues ya hablaremos, pero mire, ahora no tenemos el cuerpo para estas gilipolleces. En lo que a mí respecta se pueden meter los juegos olímpicos por donde les quepan. Es hora de poner el cerebro y el corazón en solucionar los graves problemas en los que nos ha metido el sátrapa de Putin. Es hora de seguir trabajando por la paz, por la auténtica libertad, (no la de la estupidez de las cañas), por la vida y la dignidad de todo ser humano. A ver si se entera de lo que toca ahora, Sr. President de la Generalitat.