Acabamos de cumplir dos años del decreto del estado de alarma por la pandemia del covid 19. Sufriendo todavía los estertores finales de la pandemia, nos hemos dado de bruces con el delirio imperial de un loco que se arroga el derecho de representación de un pueblo que no es el suyo y que no sabemos a santo de qué se otorga la legitimidad de condenar a su población a bombardeos inmisericordes para someter su voluntad. La invasión de un país soberano como Ucrania por Rusia, otrora imperio soviético, ahora en manos de Putin, han provocado una guerra sangrienta y despreciable y una modificación del tablero estratégico en el continente europeo con graves repercusiones económicas en el planeta.

La globalización ha traído como consecuencia que la economía mundial se asiente sobre un castillo de naipes en el que el movimiento de una sola carta puede provocar que toda su estructura se venga abajo.

Gregor (22 III 2022)

Alternativas

La crisis se ha extendido como un reguero de pólvora a todos los países, que buscan alternativas con las que paliar la falta de suministros, fundamentalmente materias primas, que puedan evitar el colapso de sus economías.

En este estado de cosas, en un planeta en el que la economía de mercado se impone como única alternativa al desarrollo de los países, las miradas no se dirigen a las empresas del sacrosanto mercado que un día sí y otro también presumen de resultados económicos con cifras de beneficios de muchos ceros, todos los ojos enfocan a los estados como responsables únicos de su territorio o coaligados en proyectos de interés común como la UE.

La pandemia ha obligado a los estados a poner en marcha mecanismos que amortigüen los estragos derivados de la parálisis económica que provocó. Los erte se impulsaron para paliar la suspensión de los contratos de trabajo, los PERTE fueron ideados como respuesta para incentivar proyectos de carácter estratégico para el crecimiento del empleo y la competitividad de la economía y la UE ha puesto en marcha los Next Generationn EU como instrumento temporal de recuperación para contribuir a reparar los daños económicos y sociales inmediatos causados por la pandemia de coronavirus.

La invasión de Ucrania por Putin ha abierto un nuevo escenario que ha puesto en entredicho la estabilidad del sistema económico mundial

La invasión de Ucrania por Putin ha abierto un nuevo escenario que ha puesto en entredicho la estabilidad del sistema económico mundial y ha obligado a los estados a la toma de nuevas medidas para controlar la inflación y plantear acciones extraordinarias frente a las carencias de materias primas, de combustibles y del encarecimiento de precios de la cadena productiva y alimentaria.

La exigencia de ayudas y de bajada de impuestos se reclama desde todos los sectores de la economía: agricultura y ganadería, agroindustria, sector del transporte, comercio, automóvil, metal y un largo etcétera que están viendo como la escalada de precios de las materias primas y de la energía que utilizan en sus procesos de transformación les están ahogando y en muchos casos llevando a procesos de difícil retorno.

Del mismo modo la sociedad española está sufriendo una fuerte transformación. Día a día aumentan las distancias en una sociedad en la que la clase medía va disminuyendo mientras se incrementa el número de hogares que tiene dificultades para poder asumir sus compromisos y vivir según los estándares de bienestar disfrutados hasta ahora.

Fortunas duplicadas

Estos procesos están desembocando en una crisis mundial que provoca, según un informe de Intermón Oxfan, que los diez hombres más ricos del mundo hayan duplicado su fortuna, pasando de 700.000 millones de dólares a 1,5 billones de dólares (a un ritmo de 15 000 dólares por segundo, o lo que es lo mismo, 1300 millones de dólares al día).

Afortunadamente en la UE se han dado cuenta que ante una situación excepcional hacen falta medidas extraordinarias y se están poniendo en marcha medidas para que las consecuencias afecten lo menos posible a los ciudadanos y las empresas. Pero la realidad ha quedado modificada por la invasión de Ucrania por Putin que va a provocar un gran esfuerzo económico en los países de la UE para dotar a sus ejércitos con nuevo armamento. El problema se acrecienta por la diversificación y ampliación de los frentes que los estados deben de atender en un clima de inestabilidad económica y bélica. En este estado de cosas surgen dos preguntas: ¿De dónde saldrá tanto dinero? y ¿Quién y cómo pagará la factura? .