¿Cuál es el día del año en el que nuestro corazón late menos veces? El tiempo define la vida, pensando de día con elucubraciones y de noche con ensoñaciones. Por eso, el despertador es el mejor amigo de nuestro descanso. Cada noche, antes de dormir, nos asaltan tres dudas vitales. Primero, dudamos si nos dormiremos. Más tarde, no tenemos claro si despertaremos. Finalmente, llega la duda existencial que nos lleva a preguntarnos si hemos puesto bien el despertador. Las dos interrogantes iniciales son irresolubles. Nunca sabemos cuándo nos dormimos. Y nunca sabremos por qué no amanecimos, si pasamos de la vida a la nada mientras soñamos que morimos. Encontrar el punto exacto de un despertador es una tarea para sumilleres de la noche. Nos acostamos con un gesto de enfado hacia este automatismo que anuncia amaneceres.

Serenos vivientes

Hemos heredado la misma mirada malévola que dirigían, hace decenios, nuestros bisabuelos, a estos artilugios que desactivan ensoñaciones. Los despertadores humanos desaparecieron en la noche de los serenos vivientes, a finales del siglo XX. Se ha recuperado alguna experiencia, con desempleados mayores de 45 años, para incentivar labores de mediación y vigilancia nocturna con perspectiva de género.

La modernidad trasladó el servicio despertador al teléfono fijo de casa (ese aparato con cable que sirve para hablar y que comunica a las personas, por línea de cobre, aunque no tengan batería o se queden sin luz). Ahora, los teléfonos se vengan de nosotros y se han reconvertido en alarmas nocturnas implacables. Hemos despreciado y minusvalorado a los despertadores. Un despertador es un cuidador de sueños que mima nuestro descanso. Una vez comprobada su programación, nos podemos relajar para disfrutar de Morfeo, un dios que siempre nos da la pastilla azul. Depositamos la responsabilidad de iniciar cada nueva jornada a una máquina cíclica que tiene vida propia. Si lo pensamos reflexivamente, la función principal de un despertador no es despertarnos sino facilitarnos el sueño, ya que no tenemos que estar preocupados por el próximo reinicio.

En realidad, nuestro cerebro no necesita un despertador, ya que la rutina del sueño se regula a través de la proteína «per»

En realidad, nuestro cerebro no necesita un despertador, ya que la rutina del sueño se regula a través de la proteína «per». Esta sustancia natural hace que, una hora antes del despertar habitual, nuestra presión arterial y temperatura corporal aumenten. En ese momento, que la costumbre ha hecho cotidiano, nuestro organismo ya ha segregado hormonas como el cortisol, que vamos a necesitar para hacer frente al estrés de la actividad diaria. Este despertador natural es más efectivo que el digital. Y explica esa cara de tonto con la que nos preguntamos ¿por qué me levanto tan pronto, si hoy no madrugo ni tengo despertador?

Si además mareamos las coordenadas horarias dos veces al año, cambiando el tiempo del reloj sin modificar el reloj del tiempo, nuestro cerebro se rebela. Desde el punto de vista energético no hay justificación de ahorro.

El teletrabajo ha convertido en fichaje permanente el horario laboral. La Unión Europea es incapaz de terminar con el baile de relojes de marzo y octubre y la fisiología prefiere el uso invernal. Pero la psicología lo tiene claro, lo mejor sería no modificar el horario ofreciendo estabilidad al organismo. Queremos cambiar el ritmo vital común, con la excusa de aprovechar más el sol, y resulta que el tiempo lo controla el dictador humano del reloj, que es el horario. Adaptarse a lo natural, viviendo en lo artificial, implica falsear los ritmos circadianos. Luego están los estafadores de las pseudociencias. Inventaron los biorritmos, manipulando ritmos biológicos, para predecir aspectos de la vida individual.

Vida

Nuestra cultura mediterránea es de verano. Y nuestro comportamiento se regula por la luz, no por el reloj. Tras la pandemia, la guerra de Ucrania y los agoreros del lado oscuro, hoy ganamos mucho más que luz, ganamos vida.

La actualidad tiene horario de verano e invierno. El gobierno trabaja con luz liderando una respuesta europea a la crisis que rebaje costes de energía.

Mientras, ha alcanzado un acuerdo con los transportistas. Otra mala noticia para el PP de Feijóo. Los que han utilizado esta huelga para desgastar a Sánchez protagonizan un nuevo «Regreso al futuro». El «voxwagen» con el que retroceden en el calendario quiere saber cuándo le concibieron sus progenitores. La fecha de regreso que marca su pantalla es 18 de julio de 1936. ¡Qué susto, solo fue una pesadilla! Menos mal que mañana es el día en el que menos veces late nuestro corazón.