El presidente del Gobierno ha dado un giro radical en política internacional al aceptar la tesis marroquí de convertir a la otrora provincia española del Sahara en una región autónoma de Marruecos.

El Sáhara occidental fue parte de España desde 1958 y sus ciudadanos tenían carné de identidad y pasaporte español, con el matiz de que en la bandera rojigualda del DNI ponía «SAHARA». La España franquista consideraba a este territorio tan español como la provincia de Albacete, y sus procuradores, vestidos al estilo tradicional del desierto, acudían a las Cortes franquistas con los de Gerona o La Coruña; pero en l975 España arrió su bandera en El Aaiún y huyó a la carrera, dejando a los españoles saharauis abandonados y vendidos a Marruecos, en un acto cobarde e indecente.

El 14 de noviembre de 1976 Felipe González, secretario general del PSOE, visitó los campamentos de refugiados saharauis y pronunció estas palabras (transcripción literal): «El pueblo saharaui va a vencer… Lo más noble del pueblo español es solidario con vuestra lucha… Os acompañaremos en vuestra lucha hasta la victoria final». La felonía de González no tardaría en perpetrarse, pese a que la Constitución de 1978 consagra que ningún español puede ser privado de su nacionalidad (artículo 11.2).

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, ha dado otro paso en la traición a los saharauis

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, ha dado otro paso en la traición a los saharauis. Lo ha hecho sin informar al consejo de ministros (tal cual ha reconocido la vicepresidenta segunda, que no sé qué otra humillación espera para dimitir), con nocturnidad, alevosía y mendacidad, saltándose las resoluciones de Naciones Unidad, los derechos humanos y los mínimos principios democráticos, y arrogándose unas competencias presidencialistas que no le otorga la Constitución (ver los artículos 94 y 95 sobre política exterior).

El poeta inglés Alexander Pope, en su 'Ensayo sobre la crítica' (1711), escribió que «El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera». Eso es precisamente lo que ha hecho Sánchez: mentir porque dijo que informó a Argelia, y ese gobierno lo ha negado; mentir porque Naciones Unidas no ha cambiado su resolución, como asegura el Gobierno de Sánchez; y mentir porque la cesión a Marruecos no implica el reconocimiento del reino alauita a la españolidad de Ceuta, Melilla y Canarias, como ha aclarado el gobierno marroquí. Este episodio ya es una página negra en la historia universal de la infamia; la ha escrito Pedro Sánchez.