Los doce días de paro en el sector del transporte por carretera han tensionado de forma significativa a España. La protesta, lanzada por una asociación minoritaria de camioneros autónomos y amplificada totalmente a través de las redes sociales, ha llevado el nerviosismo a muchos hasta convertirse en un problema ineludible para el Gobierno en un momento de máxima tensión por los precios de la energía y el combustible y agravado por la guerra de Ucrania. Y lo más preocupante: ha puesto la soga al cuello a los consumidores, pero también a muchos de los otros actores de este país.

El precio de la luz y la subida generalizada de la bolsa de la compra ha situado en el disparadero al Gobierno. Pero el Ejecutivo de Sánchez se ha visto desbordado y ha tardado en actuar con el conflicto de los camioneros y también con los precios de la energía, aunque al final el presidente haya conseguido de la Unión Europea un tratamiento especial para toda la Península Ibérica y pueda bajar las tarifas. Se ha visto acosado, probablemente, porque ha decidido actuar tarde o quién sabe si de paso ha querido poner también en aprietos a su socio de Gobierno que en estos días ha sumado un nuevo revés del PSOE. Y es que Unidas Podemos, muy crítico con el presidente, anda también con la soga al cuello porque la postura gubernamental sobre Ucrania no le ha gustado, pero tampoco el giro del Sáhara. Mucha presión para seguir confiando.

Aprieto

Algo parecido le ha sucedido al presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, cuya junta directiva le forzó a ser más duro con el Ejecutivo de coalición por los costes energéticos. Le pusieron en un aprieto para que no fuera tan condescendiente. Los otros agentes sociales, los sindicatos de clase, andan en una situación parecida, forzados a salir a la calle por los consumidores y los vecinos y haciendo una clara demostración estos días de que han perdido el control de las movilizaciones. Ahora las protestas se llevan a la calle a través de las redes sociales y ahí ni UGT ni CCOO parecen estar a la última. Andan apurados con su poder de convocatoria. Hace tiempo ya, pero ahora se ha puesto más en evidencia. Claro que también hay que tener en cuenta que en la calle se critica mucho al Gobierno central y ambos sindicatos han compartido más acuerdos que nunca con la Moncloa.

Las empresas tampoco atraviesan su mejor momento y son muchas las que no pueden aguantar una nueva crisis

Los transportistas más pequeños también están apurados. La subida de los combustibles les está poniendo en el disparadero y una gran mayoría, autónomos, han dicho ya basta a toda la presión que han tenido desde hace años. Solo ese ha sido el motivo por el que hayan participado en los paros muchos de los camioneros que no pertenecen a la Plataforma Nacional por la Defensa del Transporte, la organización convocante. Las empresas tampoco atraviesan su mejor momento y son muchas las que no pueden aguantar una nueva crisis después de que parecía que la pandemia se había quedado atrás. Por eso, tanto incremento en los carburantes o los tira y afloja por el conflicto entre Rusia y Ucrania, también les han alentado a rebelarse, incluso en la calle. Porque hasta las contratistas públicas se encuentran en un difícil momento.

Quiebra del consenso

Y entre todos, se aprecia como el collage de situaciones que están sumándose en nuestro país está provocando una quiebra del consenso, en España y también en Aragón. Y ha quedado claro que ni las grandes patronales ni los sindicatos clásicos tienen ya el control de las movilizaciones. Muy al contrario, es preocupante cómo colectivos que pueden sintonizar con extremos políticos son los que tienen el éxito de las convocatorias. Esos colectivos de siempre, esos partidos más tradicionales, los que han gobernado, se tienen que poner las pilas si quieren seguir siendo la clave de los gobiernos de este país. No es que hayan perdido a la ciudadanía, pero van camino de ello y ahora se ve claramente. Hay mucho de agitación en todas las manifestaciones de los últimos días, y mucho también de estrategia para debilitar a un Gobierno que no ha sabido conectar con la gran mayoría de españoles. Lo que demuestra una vez más que la ciudadanía se crea sus propios movimientos y los colectivos de toda la vida deben de saber acompañarlos.