El Periódico de Aragón

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Editorial

Nuevo golpe a la reputación turística de Aragón

El anuncio de cierre de la estación de esquí de Candanchú antes del inicio de la campaña de Semana Santa supone un nuevo golpe para las empresas, los negocios, los trabajadores y, en general, los vecinos del valle del Aragón, que en noviembre del pasado año vivieron con gran inquietud la posibilidad de perder uno de los motores económicos de la zona. La propiedad (Ibernieve) amenazó entonces con no abrir las instalaciones si no lograba un respaldo económico que hicieran viable su apertura. El Gobierno de Aragón acudió al rescate, facilitando un crédito de dos millones de euros a Candanchú tras intensas movilizaciones organizadas por las gentes del valle. Hoy, cinco meses después, la estación baja la persiana de forma unilateral y sin previo aviso, a pesar de que la temporada ha sido una de las mejores de los últimos años.

Ni el incremento de los costes energéticos, ni la menor afluencia de visitantes en las últimas semanas, ni el argumento de la falta de nieve de calidad (hay previsión de nuevas nevadas esta semana) ni la delicada situación financiera de Candanchú justifican la decisión adoptada por la propiedad, más todavía al tener dinero público.

El cierre prematuro de la estación supone un mazazo para la zona y daña la reputación de la marca de la nieve en Aragón en el momento menos oportuno

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El cierre prematuro de la estación supone un mazazo para la zona y daña la reputación de la marca de la nieve en Aragón en el momento menos oportuno con una candidatura olímpica que plantea la celebración de alguna prueba en Candanchú, aunque no se sepa qué será de esta estación en 2030. Además, la empresa ha vulnerado el acuerdo tácito de que todas las estaciones del Pirineo cierren a la vez, tras la Semana Santa.

Ibernieve, que tanto exigió en noviembre pasado al Gobierno de Aragón, debería dar cuentas ahora ante el Ejecutivo y las Cortes de Aragón, pedir explicaciones. Lo que ha demostrado es muy poca capacidad de gestión para llevar las riendas de un negocio estratégico para Aragón y una nula sensibilidad con el territorio y la gente que lo habita. La situación exige una profunda reflexión y algo más.

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