El Periódico de Aragón

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Javier Fernández

El artículo del día

Javier Fernández López

Esta y otras guerras

La invasión de Ucrania ha despertado una gran ola de solidaridad en muchos lugares

La resistencia ucraniana a la criminal invasión de su país por parte de Rusia, tras la decisión de Vladímir Putin, ha dado paso a la guerra. Desde el 24 de febrero, día en el que comenzó el horror, son muchas las reacciones que se han ido produciendo. Dos han sido, resumiendo mucho, las posturas que en occidente hemos podido escuchar. La primera, en la que me incluyo, es la que divide a quienes están involucrados en la guerra en dos partes: víctimas y verdugos, con aplauso para los resistentes y rechazo hacia los invasores. La segunda postura la han expresado de forma muy nítida un concejal del Ayuntamiento de Zaragoza y dos ministras del Gobierno de España. Alberto Cubero, como portavoz de Zaragoza en Común, afirmó que tenía que poner de relieve lo que estaba sucediendo en la región de Donbás, donde se había dado un golpe de Estado propiciado por los EEUU, la OTAN y la Unión Europea, a los que hacía responsables de la guerra que estaba teniendo lugar en Ucrania, país gobernado por nazis. Las ministras Ione Belarra e Irene Montero se mostraron contrarias al envío de armas por parte de España a Ucrania afirmando que la única solución era la vía diplomática. Trataron de explicar que el asesino y el futuro asesinado tenían que sentarse en las actuales circunstancias para resolver el conflicto. Los unos con pistolas prestas a ser disparadas y los otros desarmados. A mí esta segunda postura me parece indecente y creo que lo que están tratando de decir, sin poder hacerlo, es que ellos están con Rusia.

Hay personas bienintencionadas que creen en el «no a la guerra» incluso en estos momentos y que, tal vez, estén de acuerdo con la señora Belarra cuando habló de partidos de la guerra, en los que nos debe incluir a todos los que creemos que hay que ayudar a las víctimas ucranianas de todas las maneras posibles, incluso con armas para defenderse. Y estas personas suelen situarse en el espectro político en la izquierda, en la que se posicionaron en su día en contra de la entrada de España en la OTAN y no se han movido de ahí. Tal vez deberían conocer los argumentos que están defendiendo en estos días las primeras ministras de Suecia y Finlandia, Magdalena Andersson y Sanna Marin, ambas socialdemócratas, y que han suscitado el debate del ingreso de sus países en la organización defensiva contando con sondeos recientes que dan cifras superiores al 50% de votantes favorables a esa decisión.

Otro aspecto muy interesante a considerar en esta guerra en Ucrania es la gran ola de solidaridad que ha despertado en muchos lugares y, entre ellos, el nuestro. Es estupendo comprobar cómo hay ciudadanos de muy diversa condición social que están dispuestos a ayudar a las pobres víctimas. Estoy seguro de que entre esas personas tan solidarias las hay de todo el espectro político, o de casi todo, y sin duda hombres y mujeres españoles de derechas. Están dispuestas a ayudar a quienes están sufriendo los horrores de la guerra en Ucrania, pero no quieren ni oír hablar de hacerlo con quienes, en España, siguen sufriendo por no saber el lugar donde están los cadáveres de sus seres queridos asesinados en la guerra civil y años posteriores. Hace unos días le decía a un amigo que Luisa Fernanda Rudi en cuanto accedió a presidir el Gobierno de Aragón tomó, en los primeros días, la decisión de cerrar el programa de Amarga memoria que se dedicaba, entre otras cosas, a la búsqueda de esqueletos por las cunetas de esta comunidad autónoma. Me gustaría que reflexionasen sobre esto.

En conversaciones de barra de bar y foros similares estamos oyendo estos días la misma pregunta: ¿qué podemos hacer? Y a mí se me ocurre que deberíamos profundizar en dos ideas: democracia y mujeres. Según Winston Churchill un régimen político democrático es el peor de los existentes si excluimos todos los demás. Parece una boutade, pero no lo es. Las democracias son imperfectas, pero no se ha inventado un sistema político que reúna tantos factores positivos: elección de los dirigentes por los ciudadanos, controles entre diferentes grupos, medios informativos plurales, separación entre poderes. La aspiración de que demos y cratos sea una realidad posible, el poder del pueblo. Y mujeres, muchas, cuantas más mejor, en política. Soy consciente de que levantaré alguna sonrisa al escribir esto después de haber criticado, unas líneas más arriba, a cuatro personas y, de ellas, tres mujeres. Entre políticas las habrá malas, por supuesto, pero les quedará bastante camino por recorrer para llegar a igualar los muchos errores que tantos hombres llevan siglos cometiendo en los gobiernos del mundo. Que el factor femenino sea mayoritario en la política introducirá la sensatez que no estamos siendo capaces de poner los hombres. Los machos alfa de la política son tóxicos y las mujeres alfa son una minoría ridícula en el contexto de las aún muy pocas que se dedican a esta profesión que debería ser noble. No me imagino a una mujer ejerciendo el poder como lo hace Putin.

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